Muchas veces quisiéramos evitar que nuestros hijos o seres queridos sufran de momentos tristes, de fracasos o desilusiones, sin darnos cuenta que esos momentos traen enseñanzas invaluables en la vida de una persona que madura.
No ser el jugador titular, estar en la banca, lidiar con “las preferencias” de un jefe que opta por otra persona, tener solo la posibilidad de unos minutos para hacer una presentación y al hacerlo morir de nervios, hacerlo mal, querernos morir, entrar en depresión, sentirnos lo peor, sufrir una lesión o una enfermedad, quedarnos sin vehículo, sin trabajo, ¿será posible que evitar algo de todo esto, ayuda a nuestro crecimiento?
Mi respuesta es, que definitivamente tratar de evitarlo, ¡no nos ayuda!. Personalmente creo que aprendemos mucho más de nuestros momentos malos que de nuestros propios triunfos. No quiero que me malinterprete, creo que tenemos un diseño especial de parte de Dios para ser felices para realizarnos en todo lo que hacemos, pero parte de esa plenitud de vida implica madurar a través de los momentos que podríamos calificar como “malos”. Siendo así le pregunto, si su hijo no juega de titular en el equipo ¿usted debería sacarlo para “evitar que sufra” o más bien debiera de motivarlo a dedicarle más empeño, más disciplina para ganarse un lugar en el equipo?
Me encanta el futbol soccer y juego de portero, en mi adolescencia no era el portero titular, pero aprendí a entrenar disciplinadamente; mi papá, don José Baudilio Mejía Morales, hizo un gran trabajo motivándome a entrenar más duro y en afrontar la situación con gallardía; nunca faltaba los domingos a ver jugar al equipo, no importaba si yo jugaba o no; jamás discutió con el entrenador y jamás me reclamó por una mala jugada, al contrario, cuando no lo hacía bien simplemente me motivaba a entrenar con mayor determinación, eso sí, jamás faltaban las felicitaciones a las cosas que hacía verdaderamente bien y si necesitaba una opinión imparcial y certera sabía a quien pedírsela, creo que esa enseñanza fue determinante en la forma como vi la vida. La vida requiere esfuerzo y dedicación, y si no eres bueno en algo debes trabajar más duro para serlo; los triunfos hay que disfrutarlos, pero las cosas difíciles hay que afrontarlas con valentía y aprender de ellas, ya que al final son sencillamente parte de nuestra preparación para el triunfo.
Dejo a su consideración el concepto que comparte Malcolm Gladwell, en su excelente libro “David and Goliath”, que en la parte II: “The teory of desirable difficulty” plantea algo que me gusta interpretar como “la compensación de habilidades”; se menciona el caso de personas con dificultades de aprendizaje, diagnosticadas como disléxicas, quienes han tenido que descubrir y fortalecer otras habilidades para destacar en el mundo de emprendimientos y negocios, ya que como usted sabrá, muchos de los referentes exitosos empresarios de nuestra época fueron diagnosticados disléxicos en su niñez, por lo que tuvieron que aprender a compensar sus problemas académicos, memorizando lo que se complicaba leer, o poniendo mayor atención al escuchar, aprendiendo a leer el comportamiento y gestos de los interlocutores, etc. Malcolm Gladwell comparte las conclusiones de un estudio realizado por los psicólogos Adam Alter y Daniel Oppenhaimer, realizado entre estudiantes de las más prestigiosas universidades en Estados Unidos; el estudio tenía el objetivo de medir la habilidad de comprensión cuando algo es más complejo de lo que parece (el estudiante debe moverse de respuestas impulsivas a juicios analíticos profundos) el test lleva por nombre “Cognitive Reflection Test” (CRT), y la sorprendente conclusión de los psicólogos Alter y Oppenhaimer es que la forma más sencilla de incrementar los resultados de los test de los estudiantes simplemente con hacer más difícil la lectura de las preguntas (redujeron el tamaño de letra a 10 puntos y dieron un tono en 10% más gris a la letra), con ello forzaban a los estudiantes a leer las preguntas con mayor cuidado, detenimiento y análisis, logrando incrementar 30% los buenos resultados en los tests.
Si traemos esta ultima enseñanza a nuestra vida diaria podríamos concluir que cualquiera sea la situación que vivamos, debemos aprender a interpretarla con mayor cuidado y atención, para resolverla y mejorar el resultado. No se trata de evitar, evadir o renunciar a una situación difícil, sino de aprender de ella con determinación, compensando nuestras falencias y desarrollando habilidades que incluso desconocemos.