Algunas veces el éxito se convierte en el peor enemigo para continuar mejorando.¿Ha escuchado la frase, que “lo bueno es enemigo de lo mejor”?, desafortunadamente en nuestro afanado mundo de hoy en día, esto se ha convertido en una realidad del liderazgo. Si realmente se desea mejorar en algun aspecto, se debe evaluar el éxito tan detenidamente como lo hacemos con el fracaso.
¿Se ha dado cuenta que cada vez que revisamos un tema profesional, personal o de negocios solemos dedicar mucho tiempo a los elementos que NO dieron el resultado esperado?
Es definitivo que todo buen líder tiene certeza y claridad de las metas que persigue y la forma como evaluará su desempeño y grado de avance. Un tablero de resultados adecuado, constituye una base fundamental para ofrecer dirección al camino y una clara evaluación si se está avanzado o no; sin embargo muchas veces nos limitamos únicamente a hurgar entre las cosas que no funcionaron adecuadamente, para buscar como mejorarlas, desestimando de esta forma las cosas que tuvieron éxito, como si estas sucedieran de una manera natural.
Francesca Gino y Gari Pisano de la Escuela de Negocios de Harvard, concluyen en una investigación realizada con líderes de negocios en el año 2011, que los líderes generalmente no aprenden del éxito, ya que la primera inclinación natural del líder es, creer que su éxito es producto de su talento, de su desempeño personal o bien de su propia estrategia; un análisis frío siempre nos lleva a concluir que por lo general siempre existen otras variables involucradas en el éxito de cualquier proyecto. El segundo elemento de por que los líderes no aprenden del éxito, radica en que el éxito incrementa la autoconfianza, y si bien es cierto la autoconfianza es una buena característica, pero un exceso de ella puede hacernos creer que no necesitamos cambiar.
Finalmente, Gino y Pisano concluyen en algo que denominan el “síndrome de la falta por preguntar” el cual radica en la tendencia de no investigar las causas de un buen desempeño de manera sistemática.
Si hacemos una relación de los conceptos de las investigaciones de Gino y Pisano junto con lo que Marcus Buckingham escribió hace algunos años en cuanto a poner atención a los elementos que son fortalezas en nuestro desempeño, en la búsqueda de potencializarlas en vez de detenernos demasiado tiempo a solamente evaluar nuestras debilidades; podemos concluir que la vieja frase: “lo bueno es enemigo de lo mejor”, puede evitarse en base a una adecuada evaluación de los desempeños exitosos.
Todo puede mejorarse, absolutamente todo, si su desempeño ha sido bueno seguramente podrá ser mejor; si ya es mejor tenga la certeza que puede ser aún mejor.
Dediquemos tiempo a revisar las áreas de mejora también revisando detenidamente las áreas donde tenemos un desempeño superior.