Hermoso libro escrito por Judah Smith, pastor principal de la iglesia LifeChurch/Churchome, una iglesia multisitio con sede principal en Seattle, Washintogn. Judah creció en una familia pastoral. Su libro es el tercero de una linda secuela que inició con el Best Seller: Jesus Is, seguido por Life Is. El estilo de Judah es muy fresco, auténtico y divertido; firmemente basado en las escrituras, ofrece un punto de vista muy actual y muy retador.
El libro inicia con la reflexión a la pregunta: “¿Cómo estás? cuando nos hacen esta pregunta, respondemos muy robóticamente: “bien”, “ocupado”, “allí pasándola”; si por el contrario nos hicieran la pregunta de: “¿cómo está tu alma?” y pensáramos por un momento en nuestra respuesta, ¿cómo estoy?, la verdad podría ser atemorizante porque la respuesta tiene que ver con el yo verdadero, no con nuestros logros o múltiples actividades, sino con las emociones, los pensamientos, las decisiones, los valores y deseos. El autor dice que en su caso, con frecuencia no desea conocer su propia respuesta. En lo profundo, él teme que no esta bien. Que tiene contradicciones internas que preferiría no enfrentar.
Esta sinceridad de enfoque inicial, abre el libro a una meditación profunda. A continuación presento algunos extractos que llamaron mi atención:
El autor escribe: “Este es probablemente el libro más intimidante que he escrito hasta la fecha. Sé que es algo extraño que un autor reconozca esto, pero es cierto. ¿Cuándo fue la última vez que mi alma estuvo en casa?. Usted podría estar batallando en las circunstancias más dolorosas y confusas de su vida, pero si su alma es sana, usted estará bien. Encontrará la fuerza y la esperanza que necesita para soportar las tormentas. La Biblia dice en 3 Juan 1:2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como próspera tu alma”. La versión parafraseada The Message relata el versículo así: “Somos los mejores amigos, y oro por buena fortuna en todo lo que haces, y por tu buena salud; ¡qué tus asuntos cotidianos prosperen al igual que tu alma!”. Tenemos paz con Dios, así que debemos tener paz con nosotros mismos. Estamos bien delante de Dios, así que deberíamos estar bien dentro de nosotros mismos. Pero, ¿está bien nuestra alma? ¿Es nuestro ser interior realmente firme, estable y seguro? ¿Alguna vez nos detenemos a pensar en ello?. Este versículo al parecer da a entender que hasta que nuestra alma esté saludable y prosperando, nada más puede prosperar. En otras palabras, nuestra salud y bienestar no avanzan de afuera hacia dentro, sino de adentro hacia fuera. Podemos ser las personas más populares, prósperas y hermosas que existan, pero por dentro podemos todavía estar vacíos. Hasta que nuestra alma esté en paz, hasta que nuestra alma esté estable, hasta que nuestra alma esté saludable, esas cosas externas no nos traerán la satisfacción que anhelamos.
¿Es nuestra alma saludable?. Nuestro cuerpo físico recibe mucha atención. Nos hacemos revisiones generales anuales. Vamos al dentista. Nos inscribimos al gimnasio, al CrossFit y hasta fingimos que nos gustan. En una manera similar, nuestra cuenta de banco, vehículos, niños y hasta jardines obtienen atención regular. Invertimos en finanzas sanas, familias sanas, educación sana y cuerpos sanos. Rara vez, si es que alguna vez, nos enfocamos en nuestra alma. No tenemos revisiones generales del alma de rutina. No andamos por ahí, preguntándonos unos a otros: -entonces, ¿cómo está tu alma?. En alguna manera sentimos que la felicidad, la plenitud, la realización, el gozo, el reposo y el amor se suponen que son el estado natural de la raza humana. Nuestra solución típica cuando encontramos problemas en el interior es redoblar nuestros esfuerzos en el exterior. Probablemente, usted ha intentado esto. Pensando que la felicidad interna vendrá del éxito externo.
Cuando Dios diseñó la vida, tenía mucho más en mente para nosotros que simplemente sobrevivir. Nuestra existencia no está pensada para girar alrededor de escaparnos de la realidad. No deberíamos vivir para el fin de semana, para el retiro o incluso para el cielo. ¿Cuándo es que nuestra alma se encuentra en casa? Es simple. Nuestra alma está en casa cuando regresa a Dios. Regresar a Dios es la esencia de la adoración. Pero una relación con Dios, ¿de qué se trata?. Se trata de reposo. Lo que Dios quiere para mi vida es reposo. Pero también, Dios nos da una imagen de reposo diciendo: -Disfruta el paisaje y los sabores. Quiero que te encante. Es gratuito. Es para ti. Diseñé la vida para que sea deleitosa. El reposo es primero porque Dios es primero. Un alma inquieta es un alma que piensa que está en control y que necesita encargarse de todo. Si no reposamos, estamos tratando de ser nuestro propio Dios. Tenemos que recordar que incluso cuando reposamos, Dios no. Cuando dorminos, Dios no. Y cuando dejamos de trabajar, Dios no.
¿Sabe de donde proviene la preocupación? De pensar que estamos en control. El verdadero reposo es inalcanzable para las personas que están obsesionadas con conducir su propia vida. Pero el reposo es una de las posturas principales para los que conocemos a Jesús porque tenemos un Dios que está en control y que está cuidando de nosotros. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29). No podría haber sido más claro. Nuestra alma necesita reposo, y Él es nuestra cuenta máxima de reposo.
En la travesía de la vida, las emociones son compañeras excelentes, pero líderes terribles. Es difícil para nuestra alma recomponerse por sí misma porque las emociones son muy complicadas e incluso subversivas. Nos desanimamos, y el desanimo no se soluciona solo. ¿Lo ha notado? El desánimo lleva a más desánimo. Estamos deprimidos por estar deprimidos. Nos sentimos tristes por lo tristes que estamos. No podemos creer que nos hayamos frustado tanto por uno amigos o por un juego de fútbol.
¿Cómo podemos poner en corto circuito al desánimos? Dile a tu alma, como el salmista: “Alma espera en Dios; porque aún he de alabarle”. “Las cosas podrían ser terribles en este momento, pero hubo un día en el que yo vi y probé la bondad de Dios”. “Espera en Dios”. No espere en otras personas. No espere en usted mismo. No en su conocimiento. No en el trabajo duro. No en las reglas o en la religión. No en las buenas intenciones o buenas obras. El Dios que creó el universo está constantemente preocupado por su vida e involucrado en su vida. Esa es la fuerza más estabilizadora emocionalmente que pueda existir. La realidad del cuidado de Dios por usted lo hace saludable por dentro. Lo habilita para leventarse de nuevo, para creer otra vez y caminar una vez más.
Sí, la vida es complicada e impredecible. No siempre puede explicar -mucho menos controlar- las emociones y sentimientos que nos inundan de vez en cuando. Cuando sus emociones nos sorprenden y nuestros sentimientos nos traicionan, necesitamos una fuente de esperanza mayor que su alma. Necesitamos un ancla para nuestra alma. La conclusión es que las cosas que no tienen alma no pueden ayudar a las personas que sí tienen alma. Alguien que nos saque de donde estamos y que al mismo tiempo esté completamente involucrado. Queremos que alguien nos remueva de la tormenta, pero ¿se ha dado cuenta que Jesús quiere ser nuestra fuerza y estabilidad en la tormenta?. Realmente no tienen razón para dudar, porque Jesús le dice Yo estoy aquí. Yo estoy contigo. Te estoy cuidando. Soy tu ancla y tu roca y tu Dios. Un ancla hace su mejor trabajo cuando no se puede ver. El ancla se sumerge a través de las profundidades del mar hasta que se establece y se fija al suelo oceánico. Jesús es tan confiable en la tormenta como en la calma.
He notado que Dios con frecuencia nos lleva del punto A al B en una manera que es simultáneamente emocionante y angustiante. No porque quiera atormentarnos, sino porque quiere que caigamos en cuenta de que el punto no es realmente cruzar el lago; el punto es simplemente estar con Jesús. Es vivir nuestra vida desde un lugar de confianza y descanso que viene cuando verdaderamente lo conocemos.
Hablemos del amor, 1 Cortintios 13:7 lo resume de esta manera: “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. El amor es un estilo de vida. El amor es práctico. El amor es algo que usted vive y camina y habla. Pablo dice que todo el tiempo en cada situación, el amor hace cuatro cosas: sufre, cree, espera y soporta. La Biblia dice aquí que el amor todo lo sufre. Cubre protege y mantiene como confidencial todo lo que se confía. La segunda palabra es cree. El amor todo lo cree. En otras palabras, el amor busca lo mejor. Eso no significa que no vea lo peor; significa que incluso en medio del peor tiempo de la vida de una persona lo mejor y cree lo mejor. Esta definición, “el amor todo lo cree”, se puede resumir “El (o ella) no tenía esa intención”. “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera…”. Quiero considerar ahora la palabra espera. ¿Qué signfiica que el amor todo lo espera? Significa que el amor se aferra al desarrollo potencial. El amor reconoce que donde estamos no es donde siempre estaremos. Estamos en una travesía. Somos obras en progreso. Finalmente, el amor soporta. Significa que no va a vengarse o rechazar. No le hace a la gente la ley del hielo. No ataca en una manera pasiva agresiva a otras personas. No mantiene una lista mental de ofensas hasta que finalmente explota. Pero sí somos motivados y saturados con el amor de Dios, no hay límite a lo que podamos soportar. No hay un punto de quiebre, porque sin importar lo que suceda, el amor de Dios es más grande. Es buscar a Jesús, pasar tiempo con Jesús, aprender de Jesús y ser amado por Jesús.
Quiero conocer tan bien a este Dios de amor y caminar con Él tan de cerca que su amor se vuelva parte del tejido de mi alma. La quietud y el reposo no se encuentran en el control, sino en la rendición. Un espíritu calmado y acallado es el resultado de comprender que nuestra relación con Dios no está basada en dignidad, sino en nacimiento. Usted puede descubrir una relación con Dios que se revuelve alrededor de no obtener cosas de Él, sino de simplemente estar con Él, y en ese espacio usted encontrará un alma calmada y acallada.
Una vida eficaz tiene que ver con la posición y condición de su alma. ¿Somos eficaces, estamos satisfechos, somos fructíferos y fieles? ¿A dónde quieras que vaya, Dios?, ¿con quién quieres que hable?, tomaré el riesgo que quieras que tome; la prisión es la que me pongan; y sin importar la persecución, haré lo que quieras que haga. Soy tuyo. Pablo no solamente estaba rendido; estaba rodeado. Sí, usted se rinde; pero no lo hace solo. Dios quiere darle identidad a nuestra alma. Quiere cambiarnos de dentro hacia fuera y hacernos personas nuevas. Quiere ayudarnos a vernos a nosotros mismos por quiénes somos en Él y luego vivir conforme a ello. Nuestra vida no está definida por nuestro éxito o fracaso, sino por nuestra posición en Jesús. La progresión bíblica es primero gracia, luego fe, después obras. Es es el orden divino. Dios nos da su gracia y respondemos en fe, y finalmente nuestra fe y nuestra relación con Dios producen un estilo de vida saludable, sano.
Hay días en los que camino con tan confianza y tranquilidad. Pero sin previo aviso, algo cambia en las circunstancias o mi mente genera un escenario, y paso de caminar a huir por mi vida. Algunos días camino con firmeza. Pero al día siguiente -o al momento siguiente- abandono mi paso firme y huyó en pánico. La inconsistencia de mi alma, mi andar, mi comportamiento y mi relación con Jesús es almarmante en ocasiones. Empiezo como esta persona confiada, llena de fe, pero entonces recibo un informe negativo y pronto Dios ya no existe. Es sorprendente lo inconsistente que soy. ¿Por qué no puedo mantener un paso firme?. Uno de los mayores problemas con los que nuestra alma tiene que lidiar en la vida no es la presencia de circunstancia negativas, sino con la manera en que esas circunstancias interfieren con nuestro andar.
La Biblia con frecuencia describe nuestro acercamiento hacia la vida y Dios usando la metáfora de caminar. Andar implica que nuestra alma está experimentando un avance firme y controlado. Significa que estamos progresando. Significa que en lugar de correr para cubrirnos cada vez que aparece una amenaza, somos estables, tomamos buenas decisiones y tenemos una perspectiva positiva del futuro. Con firmeza y seguridad estamos avanzando. Examine la constancia y la continuidad del andar de su alma. ¿Es usted estable? ¿Es usted consistente? ¿Está haciendo lo que Dios quiere? ¿Está progresando? Pero tenemos que recordar que el punto de nuestro andar con Dios no es llegar. El punto es andar. El punto es estar en una relación con Dios y experimentar la vida juntos.
A la naturaleza humana no le gusta admitir que nuestro avance y nuestro crecimiento está en manos de Dios. Él puede ver el final desde el principio. Él ve todo el panorama. Quizá no siente que está avanzando, pero Él lo está haciendo. Sin importar lo que usted haya hecho, lo que esté pasando o lo que hará, ¿tiene la certeza de que el Dios que comenzó una obra en el interior de su alma terminará lo que empezó?
Aprender a tomar a otra persona en cuenta es un ajuste. Hay una pronunciada curva de aprendizaje involucrada en abrir su corazón y su vida a alguien más. En la misma manera, tomar a Dios en cuenta es un ajuste. Cuando su alma comienza a considerar a un Dios eterno quien está intimamente involucrado con su existencia cotidiana, las cosas cambian. Hay una curva de aprendizaje, y hay cambios en su pensamiento y sus prioridades.
Déjame explicarte. Antes de Jesús, todos teníamos una prioridad: nosotros mismos. La vida se trataba de ser feliz, de sobrevivir y florecer y avanzar. Se trataba de hacer lo que queríamos. Esa es la naturaleza humana. Pero Jesús cambia las cosas. Es inevitable. Sea que usted haya sido un seguidor de Jesús durante años o meses o semanas o si no está seguro de siquiera creer algo de lo que he escrito en este libro, Jesús tiene una manera de cambiar las prioridades y el enfoque. Entre más consideramos a Jesús, más nos damos cuenta de que la vida no se trata de nosotros mismos. La vida señala a Dios. Eso toma un poco para acostumbrarse, para ser honesto. Requiere un poco de intencionalidad. Tenemos que aprender cómo tomar a Dios en cuenta, porque durante mucha de nuestra vida, Él no ha sido parte de la ecuación. Incluso cuando nos acercamos a Dios en oración, a menudo lo hacemos desde una perspectiva limitada, finita. Vemos el tamaño de nuestros problemas en lugar del tamaño de nuestro Dios. Vemos nuestra debilidad en lugar de la fuerza de Dios.
Encontramos paz, estabilidad y cordura para nuestra alma cuando enmarcamos nuestra existencia en el contexto del cielo. El cielo no es un concepto ambiguo, al azar que solo hará sentido en nuestro lecho de muerte. El cielo nos puede servir hoy a medida que consideramos la brevedad de esta vida y determinamos vivir a la luz de la eternidad. Las complejidades y desafíos de la vida serían mucho menos complejos y desafiantes si abordásemos cada día como Jesús: del cielo a la Tierra. Entre más vivamos del cielo a la Tierra -esto es, entre más orientemos y ajustemos nuestra vida para tomar en cuenta la eternidad -más saludable y feliz será nuestra alma.
Que todo lo que haga este coloreado por la brillantez y majestad y magnificencia de Dios. Pero usted ha probado y ha visto que el Señor es bueno. Usted ha experimentado solo una porción de su grandeza, su esencia, su belleza y su majestad, y todo su ser ha sido penetrado por el poder y la pasión de Jesús. Así que usted irá hasta los confines de la Tierra si eso es lo que pide, porque usted ha determinado vivir esta vida a la luz del cielo.
La eternidad está llamando su alma. Lo inspira a despertar, a soñar de nuevo y a tomar riesgos. Le pide que persiga visiones que están definidas no por el temor o los deseos egoístas o las emociones manipuladas, sino por la gloria de Dios y la realidad del cielo.
Creo que la razón por la que mucha gente expresa un sentimiento de que algo no está bien, de que algo falta, es porque su alma anhela una cercanía con Dios que no puede ser satisfecha hasta que vuelvan a Aquel que los creó. Como concluyó Blaise Pascal, un matemático, físico, inventor, escritor y filósofo francés del siglo XVII: “Este abismo infinto solo puede ser llenado con un objeto infinito e inmutable; en otras palabras, por Dios mismo”.
El gran rey Salomón lo dijo en esta manera en Eclesiastés 3:11 “Dios todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos”. En otras palabras, su alma jamás estará completa hasta que encuentre su hogar eterno en Dios. Usted fue hecho para el cielo y el cielo fue hecho para usted.