“Experiencia con Dios, como conocer y hacer la voluntad de Dios” de Henry, Richard Blackaby y Claude King
Un día conversando acerca de los mejores libros que habíamos leído con Alejandro Valencia, me mencionó este libro. Me dijo que había sido muy significativo para él, por su practicidad, objetividad y lo retador de su contenido. Una semana y media después lo recibí en mi oficina como un regalo de su parte. Agradecí el gesto, pero en ese momento estaba leyendo otros libros y lo dejé pendiente en mi librera, pasados tres meses me volví a encontrar el libro y “casualmente” había terminado de leer un libro un día anterior, fue como un indicador, pensé: “seguramente Dios quiere que lo lea”. Al leer sus primeras páginas me encontré con una sorpresa extremadamente agradable. Quienes me conocen, saben que suelo leer un capítulo por día por libro. Disfruto leer 2-3 libros a la vez de diferentes generos de lectura, un capítulo por libro al día, esa es la fórmula que me hace feliz. De vuelta al libro en referencia, los 26 capítulos y los 26 días de lectura fueron absolutamente exquisitos. Coinicido con Alejandro Valencia, es una lectura desafiante y que realmente enseña a ver la vida cristiana de una manera refrescante. Tener una experiencia con Dios se trata de un caminar y de una relación cotidiana con Él; aprender a identificar donde Dios se esta moviendo y aprender a escucharle. De las lecciones más significativas que encontré en esta lectura es que regularmente hacemos a Dios la pregunta equivocada: “¿Dios cual es tu voluntad para mi vida?” en lugar de simplemente preguntar: “¿Dios cual es tu voluntad?, un abismo de diferencia entre querer alinear a Dios a nuestros deseos, o alinearnos nosotros a su deseo y plan para nuestras vidas.
A continuación dejo textual algunos pasajes que llamaron mi atención. Recomiendo ampliamente esta lectura, especialmente para quienes sienten estar atrapados por la monotonía religiosa y a lo mejor no han logrado aprender a escuchar a Dios de manera regular. Le doy al libro 10 de 10.
Una breve introducción al tema del libro:
He conocido muchos cristianos sinceros que venían a la iglesia cada semana y aprendían cada vez más sobre Dios, pero no tenían una experiencia con Él. Para muchos, él era, simplemente, un Dios distante en el cual creían, una doctrina con la cual se comprometían, una deidad invisible a quien le recitaban sus oraciones.
¿Por qué habríamos de quedar satisfechos con la relación que hoy tenemos, con Dios, si hay tanto que él desea hacer en nuestra vida y a través de ella?
EL CÁNCER DE LA HIJA DEL AUTOR
Sin duda, los tratamientos para el cáncer de Carrie tuvieron efectos devastadores en nosotros. Jamás nos había tocado enfrentar algo tan difícil. ¿Dios nos seguía amando? Si. Su amor por nosotros no había cambiado. Se habían modificado nuestras circunstancias, pero Dios era el mismo.
Es problable que cuando te enfrentes a estas situaciones, quieras pedirle a Dios que te explique lo que está sucediendo. Eso hicimos. Por todos los medios, deséabamos conocer el propósito de Dios al permitir que nuestra joven hija sufriera tan terriblemente. Le pedimos que nos ayudara a comprender por qué permitía que nuestra familia pasara por una prueba tan difícil pero nunca llegamos a a conclusión de que Dios ya no nos amaba.
En ocasiones, cuando oraba por Carrie, podía ver la cruz de Jesucristo detrás de ella y su enfermedad. Yo decía: “Padre, nunca me dejes poner la mirada en mis circunstancias difíciles y cuestionar tu amor por mí. En la cruz afirmaste tu amor para siempre. Eso nunca cambió ni jamás cambiará para mí. Después de lo que hiciste por mí, nunca pondré en tela de juicio si me amas”.
- Dios es amor: Su voluntad siempre es perfecta.
- Dios lo sabe todo: Sus instrucciones siempre son correctas.
- Dios es todopoderoso: Él te puede facultar para cumplir Su voluntad.
Yo decido basar mi confianza en Dios por lo que conozco (es decir, su amor por mi) y decido confiar en que, a su tiempo, me ayudará a comprender las circunstancias confusas que puedan rodearme ahora.
Los mandamientos de Dios están diseñados para guiarte hacia lo mejor que tiene para ofrecerte. Sin embargo, si no confías en él, te será difícil obedecerlo. No confiarás en Dios si no lo amas. Y no amarás a Dios a menos que lo conozcas.
¡Si amas a Dios, debes obedecerlo! Si no obedeces a Dios en relaidad no lo amas, aunque afirmes lo contrario (ver Juan 14:24).
En ocasiones, tal vez no comprendas por qué Dios te pide que hagas algo. No obstante, al obedecer, llegarás a comprender por qué su orientación fue el mejor consejo posible para tu vida.
Dios siempre acierta la primera vez. A ti te basta con la opción que es mejor para él.
Sea lo que fuere que Dios te diga que hagas, nunca tendrás que poner su voluntad en tela de juicio. Él ya sabe lo que va a hacer.
Tienes que creer que te capacitará y te equipará para hacer todo lo que te pida que hagas. No trates de anticiparte a sus pensamientos. Simplemente cree exactamente en lo que él dice. Recurre a Dios para que te de el poder, la percepción, la destreza y los recursos que necesitas.
Dios lo sabe todo; por eso nunca tendrás que cuestionar la sabiduría de sus instrucciones, ni siquiera cuando estas no tengan sentido para ti. Sus planees siempre son correctos. Él es todopoderoso; por eso no necesitas dudar de tu capacidad, tu fuerza o tus recursos para cumplir lo que te mande. Dios te equipará cumplir aquello para lo cual te ha llamado.
LA PREGUNTA EQUIVOCADA
“¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida?” no es la mejor pregunta que podemos hacer. Lo mejor que podemos preguntar es: “¿Cuál es la voluntad de Dios?”.
La Biblia dice que Dios quiere que tengas una vida abundante y estés lleno de gozo divino; pero los planes que Dios tiene para ti se basan en lo que está haciendo en el mundo que te rodea. Él tiene en mente un propósito más alto para toda la humanidad. Desea que participes en lo que él está haciendo para extender la salvación a otros. Cuando descubres el plan mayor de Dios, esto te ayuda a conocer lo que desea hacer a través de ti.
“No te limites a hacer algo. ¡Detente! Ven a vivir una relación de amor conmigo. Conóceme. Ajusta tu vida a mí. Deja que te ame y te enseñe sobre mi, a medida que trabajo por medio de tu vida”. Llegará el momento de actuar, pero no debemos sabotear la relación (Sal. 37:7). Tu relación con Dios debe tener el primer lugar. A través de su andar contigo, Dios cumple los planes que tiene para nuestro mundo.
Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, ésta lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5), ¿Estás convencido de que separado de él nada puedes hacer? Claro, puedes mantenerte muy ocupado. Puedes sumergirte en actividades, programas, reuniones y eventos, pero eso no tendrá ningún valor perdurable para el reino de Dios.
Jesús tuvo un consejo para quienes se agotaban intentando hacer las cosas mediante su propia fuerza: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mat 11:28-30)
Un yugo era un instrumento hecho para que dos bueyes trabajaran juntos. Con frecuencia, los agricultores formaban una yunta entre un buey experimentado y otro más joven. De esa manera, el más joven podía aprender del más experimentado. Jesús te invita para que te unas a él…para que camines a su lado y sigas su liderazgo. Cuando trabajas donde él ya está trabajando, él cumple sus propósitos a través de ti.
En ninguna parte de la Biblia dice que Dios nos da un plan para la vida y luego nos abandona para que lo llevemos a cabo. En cambio, el modelo que enfatiza la Escritura es un andar diario con él, donde Dios asigna nuevos proyectos y luego trabaja a través de nosotros para lograrlos. Eso es, precisamente, un don espiritual: una habilitación sobrenatural para cumplir el proyecto que Dios te da.
No te limites a tus talentos, destrezas e intereses para determinar la voluntad de Dios. En cambio, busca su voluntad y observa como te equipa para cualquier proyecto que te asigna.
JESUS ES TU CAMINO
Dios no nos envía como si fuéramos un muchacho que hace mandados. Él quiere acompañarnos en la travesía. Desea que prestemos atención a su voz todo el tiempo, y que lo acompañemos día por día. En tanto que caminemos a diario con Cristo, siempre sabremos dónde estar: precisamente a su lado. Así llegamos siempre a donde él quiere que estemos. Jesús no dijo:
- “Te daré todo el plan”.
- “Te daré un mapa de carreteras”.
- “Te diré qué rumbo tomar y te enviaré”.
Él dijo: “Yo soy el camino” (Juan 14:6). Jesús conoce el camino; el es tu camino.
¿Puedes confiar en Dios para que te guíe y señale cada giro a lo largo de la ruta así como el agricultor me guió?
Cuando llegues a confiar en que Jesús te guiará paso a paso, experimentarás una enorme libertad. Pero mientras confíes en tu propio criterio, cada vez que necesites tomar una decisión, te preocuparás ante la posiblidad de haber tomado el camino equivocado.
Cuando me concentro en mi relación con Dios, mediante esa comunión divina, Dios comparte conmigo su propio corazón. Cuando Dios habla, respondo a todo lo que me dices a diario, y me da bastante que hacer para que cada uno de mis días tenga sentido y propósito. Cuando cumplo lo que él dice, estoy en el centro de su voluntad, y Dios puede usar mi vida para cumplir sus propósitos. Mi inquietud primordial no será “¿qué quiere Dios que haga hoy?” cuando sigas a Jesús día por día, él mantendrá en el centro de la voluntad de Dios.
Sencillamente dijo: “sígueme”, Jesús indicó: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat. 6:33-34). Dios quiere que al comenzar cada día lo busquemos a él. Como resultado de esa relación, experimentaremos su guía en nuestra vida.
Dios tiene mucho más interés en una relación de amor contigo que en lo que puedas hacer por él. Desea que lo ames. A medida que camines a su lado, Dios te guiará hacia actividades específicas. Pero mientras hagas esas cosas, Dios será quien trabaje a través de ti para cumplir sus propósitos. Él es todo lo que necesitas. El Cristo que vive en ti es tu camino. Él es tu mapa. Cuando sigas su dirección un día a la vez siempre estarás en el centro de la voluntad de Dios.
Dios siempre trabajará en ti antes de trabajar a través de ti. Cuando obedezcas, él es quien cumplirá la obra.
Como siervo de Dios, tenemos dos tareas: (1) ser moldeables, y (2) permanecer a disposición de nuestro Amo (el Alfarero) para que nos use.
No se trata de recibir órdenes y de salir a cumplirlas de la mejor manera que tu conocimiento y destreza lo permitan. Se trata de relacionarte con Dios, de obedecerle y ajustar tu vida a él para que hagas su voluntad a través de ti.
Toda persona que establece una relación íntima con Dios puede verlo hacer cosas excepcionales a través de su vida. El resultado no depende de que una persona tenga algo inusual en cuanto a dones, educación o riqueza. La clave es la presencia de Dios en su vida, la cual hace cosas inusuales a través de un siervo dispuesto.
Hendy Varley le dijo: “El mundo aún no ha visto lo que Dios puede hacer con un hombre totalmente consagrado a él”.
Tiempo después, Dwight Moody dijo: “¡El mundo aún no ha visto lo que Dios hará con un hombre, por un hombre, a través de un hombre y en un hombre! ¡un hombre!”
REALIDAD 1: DIOS SIEMPRE ESTÁ OBRANDO A TU ALREDEDOR
Dios obra activamente en la vida de las personas que te rodean. Aún cuando no lo reconozcas ni lo veas obrar, él está actuando. No obstante, a menos que Dios te abra los ojos espirituales para reconocer lo que está haciendo, permanecerá ciego a su presencia y su obra.
REALIDAD 2: DIOS DESEA TENER CONTIGO UNA CONTINUA RELACIÓN CON AMOR REAL Y PERSONAL
Toda experiencia que tenemos con él es una respuesta a su invitación.
Si tu relación de amor con Dios no es como debe ser, ninguna otra cosa de tu vida estará en orden.
Una y otra vez, Dios invitó a Moisés para estar con él y hablar con él. Dios inició y mantuvo una creciente relación con Moisés. Dicho compañerismo se basó en el amor, y Dios cumplió a diario sus propósitos a través de Mosiés. La relación con Dios fue sumamente práctica, porque guió a su pueblo y proveyó para ellos bajo el liderazgo de Moisés.
REALIDAD 3: DIOS TE INVITA A PARTICIPAR CON ÉL EN SU OBRA
No nos pide que soñemos en lugar de él. No nos invita a que establezcamos metas magníficas y luego oremos para que nos ayude a alcanzarlas. Cuando se comunica con nosotros, ya tiene sus propios planes. Su deseo es movernos desde donde estamos hasta donde él está obrando. Nos guía desde una actitud centrada en nosotros mismos hacía otra centrada en él. Cuando Dios te revela su lugar de operaciones, esto se transforma en una invitación para que participes en su actividad. Cuando Dios te revela su obra, ese es el momento de responderle.
REALIDAD 4: DIOS HABLA POR EL ESPÍRITU SANTO MEDIANTE LA BIBLIA, LA ORACIÓN, LAS CIRCUNSTANCIAS Y LA IGLESIA A FIN DE REVELARSE A SÍ MISMO Y REVELAR SUS PROPÓSITOS Y SUS CAMINOS
Dios se comunica con nosotros a traves del Espíritu Santo. El Espíritu utiliza la Biblia, la oración, las circunstancias y la iglesia (otros creyentes) para guiarnos. Cuando oyes que Dios te habla a través de un versículo bíblico, siempre conviene comprobarlo mediante la oración, otros creyentes y tus circunstancias. Si oyes que Dios dice lo mismo a través de cada una de esas fuentes, puedes seguir adelante con confianza.
Dios te guiará hacia una relación más profunda y estrecha con él, para que puedas confiar y tener fe en él. Dios te revelará sus propósitos para que puedas participar en su obra en lugar de procurar solo tus propias metas y tus sueños propios. Él revela sus caminos para que pueda cumplir sus propósitos de una manera que lo glorifique.
REALIDAD 5: LA INVITACIÓN DE DIOS PARA TRABAJAR CON ÉL SIEMPRE TE CONDUCE A UNA CRISIS DE CONFIANZA QUE REQUIERE FE Y ACCIÓN
Dios desea que un mundo expectante llegue a conocerlo tal como él es. Dios no te llama a participar en su actividad simplemente para que las personas vean lo que puedes hacer. Dios te llamará a una misión que no puedes cumplir si su intervención divina. Cuando Dios tiene parte en algo, las dimensiones, las implicancias y las posiblidades son siempre eternas y divinas.
Cuando Dios te pida que hagas algo imposible para ti, enfrentarás una crisis de confianza. Tendrás que decidir lo que realmente crees en Dios. ¿Puede hacer y acaso hará lo que ha dicho que desea hacer a través de ti? ¡Puede hacer por medio de la vida, que es común y corriente, lo que parece imposible? La manera en que responda a su invitación revela lo que relamente cree Dios, más allá de lo que digas.
Es aquí, en este momento decisivo tan importante, donde muchas personas se pierden la experiencia del poder de Dios que obra a través de ellas. Si no pueden comprender exactamente cómo sucederá cada cosa, no siguen adelante.
Ninguna de las promesas ni las invitaciones de Dios tendrá sentido a menos que creas en él y las obedezcas.
REALIDAD 6: TIENES QUE HACER GRANDES AJUSTES EN TU VIDA PARA UNIRTE A DIOS EN LO QUE EL ESTÁ HACIENDO
Tienes que hacer ajustes considerables en tu vida para moverte desde donde estás hasta donde Dios está. Tal vez dichos ajustes tengan que ver con tu pensamiento, tus circunstancias, tus relaciones, tus compromisos, tus acciones y tus creencias.
No puedes quedarte donde estás y acompañar a Dios simultáneamente.
Moisés hizo los ajustes necesarios para alinear su vida con Dios. Tuvo que convencerse de que Dios podía hacer todo lo que le dijo que haría. Luego tuvo que dejar su trabajo y su familia extendida y mudarse a Egipto. Cuarenta años antes, cuando Moisés huyó de Egipto, anduvo como fugitivo. Regresar a la corte del farón habría equivalido a entregarse a las autoridades que deseaban castigarlo severamente. Mosiés tuvo que creer que Dios podía hacer lo que dijo que haría, porque de lo contrario su vida corría un grave peligro.
REALIDAD 7: LLEGAS A CONOCER A DIOS POR EXPERIENCIA CUANDO LO OBEDECES Y ÉL REALIZA SU OBRA A TRAVÉS DE TI
Una vez que decides seguir a Dios por fe y has hecho los ajustes necesarios, deberás obedecerlo. Cuando haces lo que él te dice, sin importar cuán impolsible o desconcerante pueda parecer, Dios cumple a través de ti lo que él se ha propuesto.
Su iniciativa es buscar una relación de amor contigo. Luego te invita a participar con él en su obra. A media que se relaciona contigo, Dios se revela a sí mismo y revela sus propósitos y sus caminos. Si deseas tener una experiencia con el poder de Dios que obra en ti y a través de ti, debes andar por fe, hacer grandes ajustes y obedecer todo lo que Dios te diga que hagas.
Muchas personas anhelan que Dios haga alguna obra importante en sus vidas. Sin embargo, intentan pasar por alto la relación de amor. Dicha relación es la razón por la cual Dios te creó. Eso es muchísimo más importante para él que lo que tú haces por él. Tienes que prever que lo primero que Dios hará en tu vida será guiarte en una relación íntima de amor con él. Cuando tu relación con Dios sea lo que debe ser, él tomará la iniciativa de darte proyectos. Cada vez que parezca que Dios no está haciendo nada nuevo en tu vida, concéntrate en la relación de amor y permanece allí hasta que Dios te de una nueva misión.
Un don espiritual es una manifestación de la obra de Dios a través de ti. Dios obra en ti y a través de ti para dar fruto espiritual. Tu prioridad debe ser que Dios viva a través de ti para cumplir sus propósitos. Por lo general, cuando te concentras en un don en particular que recibes para hacer algo para Dios pones la atención en ti mismo y no en él.
Cuando una persona se somete a un cuestionario de dones espirituales e identifica un don en particular en su vida, bien podría ser que Dios lo haya equipado antes en dicha área a fin de cumplir una misión divina. Sin embargo, no significa que sea la única forma de servicio que Dios espera de esa persona en el futuro. Si Dios le asigna una misión diferente, la equiparará conforme a la nueva tarea. Eso explica que, con el paso de los años, ciertas personas hayan descubierto un cambio aparente en su “don espiritual”. ¿Cuál es la razón? Cambió su misión; entonces el Espíritu Santo las equipó para cumplir su nueva tarea.
Si Dios nos diera tan solo un don, nos inclinaríamos a confiar en el don y no en Dios. Pero como el Espíritu Santo hace la obra a través de nosotros, debemos confiar continuamente en nuestra relación con él si deseamos cumplir con eficacia el ministerio que nos encomienda.
Concentra tu atención en oír el llamamiento de Dios a una misión, porque así te está invitando a que participes en su obra. Cuando adaptes tu vida a Dios y le obedezcas, el Espíritu Santo obrará en ti y te facultará para cumplir lo que Dios desea.
Preguntas para reflexionar:
- ¿Te pidieron recientemente que participes en un ministerio para el cual te sientes inadecuado? ¿Acaso podrá ser que Dios te esté invitando a un nuevo nivel de ministerio con él para el cual va a equiparte?
- En el pasado, ¿tu servicio con Dios se centró más en ti mismo y en aquello con lo que te sentías a gusto, que en escuchar la voz de Dios y cumplir cualquier cosa que él te pidiera? En el futuro, ¿cómo podría tu servicio a Dios centrarse más con él?
Tu amor por Dios va de la mano de la obediencia de sus mandamientos. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Cuando obedeces a Jesús demuestras que confías en él. La obediencia es la expresión exterior de tu amor por Dios.
Si tienes un problema con la obediencia, tienes un problema con el amor. Fija tu atención en el amor de Dios. ¿Acaso podrías presentarte delante de Dios y describir tu relación con él diciento: “Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con toda mi fuerza”?
Le pregunté si podía describir su relación con Dios dicéndole sinceramente “te amo con todo mi corazón”.
Podría decir que lo obedezco, lo sirvo, lo adoro y le temo, pero no puedo decir que lo amo.
Si no puedes describir tu relación con Dios diciendo que lo amas con todo tu ser, entonces, antes de hacer cualquier otra cosa, necesitas suplicar al Espíritu Santo que te guíe, hoy mismo, a esa clase de relación.
Si tuviera que resumir todo el Antiguo Testamento, lo expresaría en este versículo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”.
EL GRAN MANDAMIENTO
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu ama, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. (Mar. 12:30). Todo lo que hay en tu vida cristiana, todo lo relativo a conocer a Dios y a tener una experiencia con él, y todo lo relativo a conocer su voluntad depende de la calidad de tu relación de amor con Dios. Si dicha relación no es correcta, nada estará en orden en tu vida. Observa lo que Dios dice sobre una relación de amor.
El Señor no te otorga cosas y te fortalece para que tengas una buena vida. Dios te guía hacia una relación con él para que puedas satisfacer absolutamente todas tus necesidades por medio de esa relación.
Cuando amas a Dios. Él promete con sus bendiciones. Tu y tus hijos vivirán bajo el favor de Dios. Tienes la vida eterna por haber confiado en Jesús. El Espíritu de Dios vivirá dentro de ti. Él te hará más que vencedor sobre cualquier dificultad que enfrentes. Nada te separará del amor de Dios.
¿Qué es lo más importante que Dios desea de ti? Desea que lo ames con todo tu ser. Tu experiencia con Dios depende de tu amor por él.
Si en tu relación con Dios llegas al nivel más profundo que él espera, tu andar con él te dará enorme satisfacción y gozo. Solo Dios puede llenar el profundo anhelo de tu alma, ese anhelo que intentamos satisfacer con cosas, actividades y relaciones humanas.
Considera el tiempo que pasas con Dios como una oportunidad para conocer mejor a alguien que te ama con amor infinito.
Haz que la prioridad de tu vida y de tus tiempos devocionales sea amarlo con todo tu corazón. Lee en la Escritura sobre el abundante amor de Dios por ti. Evoca lo que ha hecho para demostrarte su amor. Cuétale lo que hay en tu corazón, lo que ha hecho para demostrarte su amor. Cuentalé lo que hay en tu corazón, tus inquietudes y tus cargas. Permnece en silencia delante de él y permite que te de su amor. Cuando más conozcas a Dios, más lo amarás. Cuanto más conozcas a Dios, más lo amarás. Cuanto más lo ames, más fácil será dedicarle tiempo. Nunca es tarea pesada dedicarle tiempo a alguien que te ama, ¡pero dedicárselo a un extraño puede volverse tedioso!.
Dios quiere que lo ames con todo tu ser, por encima de todo lo que puedas realizar. Él te creó con ese propósito. Si tu relación de amor con Dios no es íntima, todo lo demás que tenga que ver con conocer y hacer su voluntad estará fuera de foco.
Dios no está obrando a través de tu vida para cumplir sus propósitos, concéntrate en tu relación con él. Tal vez, Dios esté esperando que respondas a su invitación de amor para tener una relación con él antes de poder obrar por medio de tu vida para bendecir a otros.
LA VIDA CENTRADA EN DIOS
La vida centrada en Dios se caracteriza por:
- Confianza en Dios.
- Dependencia de Dios, de su capacidad para proveer.
- Búsqueda de la actividad de Dios.
- Humildad delante de Dios.
- Negación de uno mismo.
- Búsqueda del reino de Dios y su justicia en primer lugar.
- Búsqueda de perspectiva divina en las circunstancias.
- Búsqueda de santidad y consagración.
LA VIDA CENTRADA EN UNO MISMO
A diferencia de la vida centrada en Dios, la vida centrada en uno mismo se caracteriza por:
- decisiones enfocadas en la persona;
- el orgullo por los logros propios;
- la confianza en uno mismo;
- la dependencia de uno y sus propias aptitudes;
- la afimación del yo;
- el interés en ser aceptable para el mundo y de sus caminos;
- mirar las circunstancias desde una perspectiva humana;
- ser egoísta y materialista.
Es posbile hacer lo correcto de la manera equivocada o en el tiempo equivocado.
Comprender los planes de Dios para el mundo que te rodea es mucho más importante que decirle a Dios lo que estás planeando hacer por él.
En el momento que sientes que Dios desea hacer algo en ti y a través de tu vida, le respondes con una extensa lista de razones por las que ha escogido a la persona equivocada, o bien, que el momeno que ha escogido no es conveniente. Esto mismo hizo hacerlo! De todo modos, desea cumplir sus propósitos por medio de nosotros. Todo lo que Dios cumpla en nuestra vida, depende de su presencia y su actividad en nosotros.
Nadie a quien Dios haya hablado siguió igual después de esa experiencia. Todos tuvieron que hacer grandes ajustes para andar con Dios. Al responder en obediencia, experimentaron el carácter de Dios en diversas dimensiones, tales como Consejero, Proveedor o Redentor.
Con frecuencia, los cristianos hablan de puertas “abiertas” y “cerradas”, y le piden a Dios que les cierre una puerta si no se encaminan correctamente. Conlleva el peligro de suponer que la voluntad de Dios siempre es el camino de menor resistencia (es decir, la puerta abierta).
Dios exige depender de él, no de un método. La clave no es una fórmula, sino una relación con Dios.
¿Qué ayuda a conocer la voluntad de Dios una y otra vez?
- Procuro sinceramente la dirección de Dios.
- Aguardo con paciencia hasta obtener palabra de Dios en la Escritura.
- Procuro que el Espíritu Santo le diera revelación a través de la Palabra de Dios.
¿Qué lo llevó a cometer errores al querer conocer la voluntad de Dios?
- La falta de sinceridad.
- La falta de rectitud delante de Dios.
- La impaciencia al guardar una respuesta de Dios.
- Preferir el consejo de hombres en lugar de declaraciones de la Escritura.
Confía en Dios y obedécele de todo corazón donde te haya puesto y observa hacia dónde te guía después.
Recuerda: Dios tiene mucho más interés que tú en cumplir los propósitos de su reino. Él te guiará hacia cada misión para la cual considere que estás listo. Deja que él te guíe. El siervo no le dice al amo qué clase de trabajo desea hacer. Los siervos están dispuestos a que el amo les dé cualquier clase de instrucción. De modo que ten paciencia y espera.
Para reconocer la actividad de Dios a tu alrededor, debes considerar dos factores importantes:
- Desarrollar una íntima relación de amor con él.
- Dios tiene que abrirte los ojos espirituales para que puedas ver lo que hace. A menos que te permita ver su actividad, no reconocerás lo que está haciendo aunque esté obrando con poder a tu alrededor.
Ya deja de pedirle a Dios que bendiga tus planes y metas, o los de tu iglesia. En cambio, busca la invitación de Dios para unirte a él en su obra. Su presencia y su actividad en tu vida traerán bendición como resultado de tu obediencia. Cuando identifiques dónde está obrando Dios y respondas en amor a su invitación, experimentarás cómo obra en tu vida y a través de ella. No hay experiencia más maravillosa que estar en el centro de la actvidad de Dios.
Dios tiene la iniciativa de invitar a su pueblo a participar en su obra. Él lo hace según su agenda, no la nuestra. Dios es quien ya está obrando en nuestro mundo. Cuando te abre los ojos espirituales para ver dónde lo está haciendo, esa revelación es tu invitación para participar en su obra. Sabrás donde está obrando cuando lo veas hacer cosas que únicamente él puede hacer. En el momento en que te revela su obra quiere que comiences a adaptar tu vida a él y a su actividad. Dios garantiza que él mismo terminará lo que se propuso hacer.
Que Dios les haya hablado a las personas es mucho más importante que la manera en que lo hizo. Cuando habló, las personas supierdon que era Dios y entendieron lo que dijo. Al estudiar pasajes del Antiguo Testamento, veo presentes cuatro factores importantes en cada ocasión en que Dios habló.
- Casi siempre, cuando Dios habló, se comunicó con el oyente de un modo único.
La clave en tu vida no es la manera en que Dios habla, sino que él lo hace.
- Cuando Dios habló, la persona supo que era Dios.
- Cuando Dios habló, la persona entendió lo que Dios dijo.
- Cuando Dios habló, ese momento fue el encuentro con Dios.
Cuando él te revela la verdad, sea cual fuere el medio que utilice, esa revelación es un encuentro con él.
Si quieres conocer la voluntad de Dios y reconocer su voz, tienes que invertir tiempo y esfuerzo para desarrollar una relación de amor con él.
Dios desea que reconozcas su voz y conozcas su voluntad. Tu relación con él es la clave para oír cuando te habla.
Te recomiendo que regularmente examines lo que sientas que Dios te ha estado diciendo. Si Dios habla, y tú oyes pero no le respondes, llegará un tiempo en que no podrás oír su voz. La desobediencia puede producir “hambre … de oir la palabra de Jehová” (Amos 8:11).
DIOS HABLA EN EL MOMENTO PRECISO
En el momento que Dios te incluye en sus propios planes, es esencial que le respondas de inmediato. En cuanto Dios te habla, esa es la ocasión para responderle.
Cuando le responde, debes considerar dos cuestiones: en primer lugar, tienes que comenzar de inmediato a ajustar tu vida a lo que él dice; en segundo lugar, tienes que prepararte para seguir obedeciendo durante todo el tiempo que sea necesario para que Dios cumpla sus propósitos.
Dios comienza a obrar cuando le respondes en obediencia a lo que él quiere, aun cuando no.
Dios tiene derecho a interrumpirte la vida. Él es el Señor. Cuando te entregaste a él, le reconociste el derecho a usar tu vida. Él es Señor. Cuando te entregaste a él, le reconociste el derecho a usar tu vida cuando lo quisiera. Si estás centrado en Dios, ajustarás tus planes a lo que él quiera que hagas.
Hay dos personajes bíblicos que demuestran cuán necesario es un tiempo para crecer:
- David: ¿Cuánto tiempo pasó desde que Dios ungió a David como rey hasta que ocupó el trono? Tal vez diez o doce años. ¿Qué estuvo haciendo Dios durante ese tiempo? Se dedicó a desarrollar la relación de David.
- ¿Cuánto tiempo pasó desde que el señor llamó a Pablo en el camino a Damasco hasta que salió en su primer viaje misionero? Tal vez diez y once años.
Dios toma tiempo para prepararte. ¿Acaso lo hace solo por ti? No, también lo hace por aquellos a quienes desea alcanzar a través de tu vida.
Si no has recibido instrucciones de Dios sobre algún asunto, ora y espera. Aprende a ser paciente. Confía en el tiempo de Dios porque su plan siempre es perfecto. No te apresures. No intentes pasar por alto la relación para proseguir con la actividad.
Cuanto mejor conozca un artículo genuino, más fácil será reconocer uno falso.
Cuando Dios te hable, lo hará con un propósito. El momento en que Dios habla es la ocasión para que comiences a ajustar tu vida y orientar tu pensamiento a él. Dios obrará a fin de desarrollar tu carácter para la misión que está planeando. Deja que se tome todo el tiempo que desee para prepararte.
¡Cualquier cosa que te diga el Dios Todopoderoso es suficientemente importante como para escribirla!.
Debemos prestar mucha atención a lo que revela de sí mismo. Cuando lo hace:
- Tendrás que creer que Dios es quien dice ser.
- Tendrás que creer que Dios puede hacer lo que dice que hará.
- Tendrás que ajustar tu manera de pensar de acuerdo a esa confianza.
- Serás llamado a obedecer a Dios para demostrar tu confianza en él.
- Cuando obedezcas, Dios hará su obra a través de ti y demostrará que es quien dice ser.
- Conocerás a Dios por experiencia.
- Sabrás que Dios es quien dice ser.
LOS PROPÓSITOS DE DIOS FRENTE A NUESTROS PLANES
Si tus planes no coinciden con los de Dios, no experimentarás su obra a través de ti. Dios revela sus propósitos para que sepas lo que planea hacer.
Planificar es un ejercicio valioso, pero nunca podrá ser un sustituto de oír la voz de Dios. Tus planes solo tienen vigencia, cuando se basan en lo que Dios te ha dicho que se propone hacer. Para Dios, tu relación con él es mucho más importante que cualquiera de tus planes. El problema de la planificación es que procuramos realizar con nuestra propia sabiduría lo que solo Dios tiene derecho a determinar.
Si intentamos puntualizar todos los detalles de su voluntad en una sesión de planificación, tendremos la tendencia a olvidar la necesidad de una relación íntima y cotidiana con Dios.
Permite que Dios interrumpa o reoriente tus planes en cualquier momento que lo desee. Mantente en una estrecha relación con Dios para que siempre lo oigas cuando te hable.
Dios dijo: “… Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos” (Isa. 55:8). No podremos cumplir su plan con nuestros métodos.
Si hacemos la obra de Dios con nuestra propia fortaleza y sabiduría, nunca veremos su poder en lo que hacemos. Solo veremos lo que podemos hacer con nuestra propia creatividad y nuestro propio esfuerzo.
Dios habla, y quizás las preguntas que más se hacen las personas al respecto son:
- ¿Cómo me habla Dios?
- ¿Cómo puedo saber cuándo Dios habla?
- ¿Cómo puede Dios ser más real y personal para mi?
Jesús comparó la relación con sus seguidores a la relación de un pastor con sus ovejas. Dijo “el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es … y las ovejas oyen su voz … y las ovejas le siguen, porque conocen su voz!. (Juan 10:2-4). Cuando Dios hable reconocerás su voz y lo seguirás.
Esa comprensión no te conduce a un encuentro con Dios, sino que es el encuentro con Dios.
A medida que le dediques tiempo a una relación de amor con Dios, llegarás a conocer su voz.
¿Qué sucede cuando oras? El Espíritu Santos conoce lo que Dios ya te está preparando. Su tarea es motivarte para desearlo… y pedirlo. ¿Y qué sucede cuando pides algo que Dios ya desea darte? Siempre lo recibirás, porque has pedido conforme a la voluntad de Dios.
Lo primero que debes hacer al buscar la voluntad de Dios es negarte a ti mismo. Examina tu corazón para identificar todo motivo egoísta o mundano. Luego preguntate:
- ¿Qué me dice el Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios?
- ¿Qué me dice al orar?
- ¿Confirma lo que dijo con las circunstancias?
- ¿Ratifica lo que dijo con el consejo de otros creyentes?
¿QUÉ SUCEDE CUANDO ORAS?
Si le pido algo a Dios y sucede algo diferente, le pido que me ayude a comprender lo que está haciendo en mi vida. Tal vez Dios se esté negando a conocederme un pedido pequeño y, en lugar de ello, desee darme algo mucho más grande. “Y aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos” (Ef. 3:20-21.
Esta es la realidad: Ni siquiera puedes imaginarte una oración que se asemeje a lo que Dios quiere darte. Si Dios quiere concederte una oración que se asemeje a lo que Dios quiere darte. Si Dios quiere concederte más de lo que le estás pidiendo, ¿acaso prefieres recibir lo que le pides o lo que él quiere darte? Solo el Espíritu de Dios conoce los propósitos de Dios en tu vida. Entonces, permite que te dé todo lo que desea darte”.
Muchos de nosotros tenemos el problema que oramos y, después, nunca relacionamos lo que sucede a continuación con nuestras oraciones. Después de orar, lo más importante que debes hacer es prestar mucha atención a la respuesta de Dios. Cuando ores, prepárate para la actividad de Dios en respuesta a tu oración. En toda la Escritura veo relfejada esta verdad. Cuando el pueblo de Dios ora, él responde.
LOS SILENCIOS DE DIOS
El silencio de Dios significa que está listo para revelarme de sí mismo de lo que nunca antes conocí. Con sumo entusiasmo, comencé a observar lo que una nueva revelación de Dios me enseña sobre él. Luego, se presentaron oportunidades increíbles en mi vida, las cuales podría haber pasado por alto sin esa clase de preparación y entusiasmo.
Sí, después de eso, el silencio continúa, me preparo para vivir una nueva experiencia con Dios. A veces, Dios guarda silencio al prepararte para que lo conozcas más profundamente. Cada vez que Dios guarde silencio en tu vida, sigue haciendo lo último que Dios te dijo que hicieras y prepárate para un nuevo encuentro con él.
Cuando no oyes a Dios, puedes tener dos clases de reacciones, puedes desalentarte, sentirte culpable y condenarte a ti mismo, o bien, puedes tener la expectativa de Dios te permitirá conocerlo con mayor profundidad. La respuesta que escojas será decisiva en cuanto a cómo sera tu experiencia con Dios.
Cuando el Espíritu Santo revela la verdad, ajustas tu vida a Dios y le obedeces.
LA PERSPECTIVA DE DIOS ES VITAL
Si intentas observar a Dios desde el centro de una situación dolorosa, puedes llegar a innumerables conclusiones equivocadas.
¿Qué deberías hacer en cambio? En primer lugar, pídele a Dios que te muestre su perspectiva de lo que está sucediendo. Vuelve a considerar tu situación desde lo que ya conoces de Dios. Cuando enfrentes tiempos de dificultad, el Espíritu Santo tomará la palabra de Dios y te ayudará a comprender lo que acontece desde la perspectiva divina. Te revelará la verdad de tus circunstancias. Luego, podrás ajustar tu vida y tu pensamiento a lo que Dios hace.
Permite resumir el modo en que puedes responder cuando las circunstancias parecen desconcertantes.
- Acepta, sin titubeos, que Dios demostró para siempre su amor absoluto por ti en la cruz. Su amor nunca cambiará.
- No intentes comprender cómo es Dios desde el centro de tus circunstancias.
- Ve a Dios en oración y pídele que te ayude a ver tu situación desde su perspectiva.
- Guarda la intervención del Espíritu Santo. Él tomará la Palabra de Dios y a lo que te diga que hagas.
- Ajusta tu vida a Dios y lo que le ves hacer en tu situación.
- Haz todo lo que te diga que hagas.
- Experimenta su obra en ti y a través de ti para cumplir sus propósitos.
Al tomar una decisión, talvez la mayor dificultad no esté en escoger entre lo bueno y lo malo, sino en escoger entre lo bueno y lo mejor. El punto de partida es decir con todo el corazón; “Señor, lo que separa que es tu voluntad, sea lo que sea, la haré. Más allá de qué aspecto tenga, Señor ¡yo lo haré!.
De lo contrario, no estarás afirmando: “Hágase tu voluntad”; en cambio, estarás diciendo “Hágase tu voluntad siempre que no contradiga la mía”.
Nunca te concentres en las circunstancias para determinar la verdad de una situación. No podrás conocer la realidad de ninguna situación hasta que Dios te haya revelado.
¿Cuáles fueron algunas de las ocasiones de transición, decisión o dirección tu vida cuando tuviste la certeza de que Dios te guiaba? Agrega elementos a la lista a medida que reflexiones y ores sobre la actividad de Dios en tu vida.
La Biblia nos enseña que nuestro andar con Dios es algo personal, pero no reservado. El pecado hace las personas sean independientes. La salvación las vuelve interdependientes entre sí.
Las maneras más comunes a través de las cuales habla hoy día comprenden la Biblia, la oración, las circunstancias y la iglesia. Dios habla para revelarse a sí mismo y revelar sus propósitos y sus caminos. Cuando lo que dice por medio de la Biblia, la oración, las circunstancias y la iglesia mantiene su uniformidad, puedes continuar en forma confiada para seguir la dirección de Dios.
La palabra crisis proviene de un término griego que significa decisión. Es un momento decisivo o un cruce de caminos que requiere tomar una resolución. Tienes que decidir lo que crees de Dios.
La fe es la confianza en que Dios cumplirá lo que ha prometido. La vida es lo opuesto a la fe. Si con claridad puedes ver cómo se puede lograr algo.
Los cristianos (y todos los demás también) tienen una tendencia natural a intentar desarrollar una vida donde no se necesita fe. Nos amoldamos a lo que es habitual para nosotros, donde todo está bajo nuestro control, pero lo que es habitual para nosotros, donde todo está bajo control, pero no agrada a Dios. Él permitirá que en nuestra vida ocurran cosas que no impulsen a depender de él de manera drástica. Luego, veremos su poder y su gloria.
Cuando Dios llama a una persona para participar con él en una misión conforme a sus dimensiones, siempre se necesita la fe. La obediencia demuestra la fe en Dios. La desobediencia demuestra falta de fe.
El mundo llega a conocer a Dios cuando la gente ve la expresión de su naturaleza en la actividad divina. Cuando Dios comienza a obrar, logra algo que únicamente él puede hacer, y tanto su pueblo como el mundo llegan a tener una experiencia con Dios como nunca antes habían tenido.
LAS ACCIONES HABLAN CLARO
Cuando Dios te invita a unirte a él y enfrentas una crisis de confianza, lo que hagas después revelará lo que realmente crees de Dios.
Cuando las tormentas de la vida se apoderan de nosotros, con frecuencia, respondemos como si Dios no existiera o no se interesa por nosotros.
Lo que haces, y no precisamente lo que dices que crees, revela de Dios en verdad.
Cuando Dios te invita a participar en su actividad, desea revelarse a ti y a un mundo expectante. Por lo tanto, te dará una misión conforme a sus dimensiones. Cuando te encuentres ante una misión de esas características, enfrentarás una crisis de confianza. Tendrás que decidir lo que, realmente, crees del Dios que te ha llamado. Además, la manera en que respondas a su voluntad revelará lo que crees, más allá de lo que digas. Para seguir a Dios se necesita fe y acción. Sin fe, no podrás agradar a Dios. Y sin acción, tu fe estará muerta.
UN SEGUNDO MOMENTO DECISIVO
La crisis de confianza constituye el primer momento decisivo para conocer y hacer la voluntad de Dios. Tienes que creer que Dios es quien dice ser y que puede hacer lo que dice que hará. Sin fe en Dios, tomarás la decisión equivocada en este punto crucial. El segundo momento decisivo es ajustar tu vida a Dios.
Cuando ajustes tu corazón y tu mente a Dios, a sus propósitos y a sus caminos, estarás en condiciones de obedecer.
Nadie puede resumir todo lo que Dios es capaz de cumplir a través de una vida totalmente rendida, ajustada y obediente a él. ¿Quieres ser esa persona? No podrás proseguir con la obediencia sin hacer primero los ajustes que Dios éxige en tu corazón y tu vida.
En la fe cristiana no se trata de servir donde nos valoran, ni donde distrutamos del éxito, sino de tener una relación con nuestro señor, quien renunció a todo para que puediéramos ser salvos.
DEPENDENCIA ABSOLUTA DE DIOS
Otro ajuste que debemos hacer para cumplir la voluntd de Dios es llegar a depender de él por completo. Jesús dijo: “separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).
Para hacer este ajuste, es necesario dejar de trabajar para Dios conforme a nuestra capacidad, nuestros dones, nuestras metas, lo que nos gusta y lo que no nos gusta, a fin de depender totalmente de él, de su obra y de sus recursos. Esto exige valor y fe.
CUANDO SE ESPERA EN EL SEÑOR
Con frecuencia, la Escritura elogia el acto de esperar en el Señor:
- Estad quietos y conoced que yo soy Dios … (sal. 46:10)
- Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él (Sal. 33:20)
- Espera en Jehová, y guarda su camino, y él te exaltará para heredar la tierra… (Sal.
- Porque en ti, oh Jehová, y guarda su camino, y él te exaltará para heredar la tierra…(Sal. 38:15)
- Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas, correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán (Isa. 40:31)
Mientras aguardas una respuesta de Dios te mantendrás en oración, con el deseo ardiente de conocerlo y conocer sus propósitos y sus caminos.
No puedes quedarte donde estás y obedecer la voluntad de Dios al mismo tiempo. Siempre deberás hacer ajustes para dejar tus caminos, pensamientos y propóstios, y orientarte hacia los de Dios. Tales ajustes pueden requerir cambios en tus circunstancias, tus relaciones, tus actitudes, tus compromisos, tu conducta y tus creencias. Una vez que hayas hecho los cambios necesarios, puedes seguir a Dios en obediencia. Ten presente: el Dios que te llama también es aquel que te facultará para hacer su voluntad.
Oswald Smith, dijo: “Quiero tu plan, oh Dios, para mi vida. Sea que yo esté contento y satisfecho, en mi tierra o en el campo extranjero; sea casado o soltero, en felicidad o en tristeza, en salud o en enfermedad, en prosperidad o en adversidad, quiero tu plan, oh Dios, para mi vida. ¡Lo quiero! ¡Sí, lo quiero!. Fue un estadista misionero que se desempeñó como pastor en Toronto, Canadá.
¿QUÉ ES LA OBEDIENCIA?
Los siervos de Dios hacen lo que él indica. Obedecen. El siervo no tiene la opción de decidir si obedecerá o no. Cuando decidimos no hacer lo que Dios manda, incurrimos en rebelión, y esta actitud tiene consecuencias.
Llegas a conocer a Dios por experiencia cuando lo obedeces y él realiza su obra a través de ti.
Cuando una persona desobedece la voluntad de Dios, ¿él le da una segunda oportunidad?”. La respuesta es “sí” a veces.
Cada vez que te parezca que el costo es demasiado, considera lo que te costará si no hacer la voluntad de Dios.
Antes de que tengas una experiencia con el poder y la presencia de Dios, tendrás que hacer muchos grandes ajustes y emprender una obediencia que te resultará costosa. Muchos cristianos y muchas iglesias llegan a ese momento de la verdad y deciden que el costo es demasiado. Lo que a menudo no tiene en cuenta es lo que podría costarles la desobediencia. Cuando Dios te asigna una misión, es posible que la obediencia requeira sacrificios de tu parte y de quienes te rodean. De todos modos, la obediencia a Dios no es una opción, sino la obligación de todo siervo. Cuando obedezcas, Dios cumplirá lo que planeó hacer, y te sentirás inundado por la expriencia del poder y la presencia de Dios en ti. Tanto tú como quienes te rodean llegarán a conocer mejor a Dios.
La confirmación de que Dios había enviado a Moisés vendría después de que Moisés obedeciera y no antes. Eso es lo que vemos regularmente en la Escritura. La confirmación llega después de la obediencia. Cuando Jesús invitó a Pedro a salir del bote y caminar sobre el agua, ¡no garantizó que permanecería a flote! El Señor le dijo, sencillamente, “ven” (Mat. 14:28). Pedro no sabía si podía caminar sobre el agua hasta que diera su primer paso.
Obedece a Dios, porque lo amas. Entonces tendrás tal comunión con él que llegarás a conocerlo íntimamente. Él obrará por medio de ti para cumplir tareas conforme a las dimensiones de Dios, ¡y eso será una experiencia maravillosa!
Cuando comienzas a hacer lo que sientes que Dios quiere que hagas y las circunstancias parecen cerrar la puerta de la oportunidad, vuelve a consultar al Señor para aclarar lo que dijo. Incluso, lo mejor es intentar siempre confirmar, con exactitud y desde un principio, lo que Dios dice. Recuerda que Dios no te está llamando, primordialmente, a una tarea, sino a una relación. Por medio de dicha relación, él cumplirá sus propósitos a través de tu vida.
¿Cuál es la clave para la obediencia perfecta de Jesús? Siempre se relacionó con el Padre de manera correcta. Si tienes una relación constante con Dios, entonces, nunca has de experimentar una ocasión en que no conozcas su voluntad. Nunca habrá una situación en la cual el Espíritu Santo no te faculte para cumplir la voluntad.
Cuando experimentes la obra de Dios en ti y a través de ti, llegarás a conocerlo más plenamente.
LA RESTAURACIÓN DE UNA RELACIÓN QUEBRANTADA CON DIOS
En la vida de todo cristiano, hay ocasiones en que uno siente, claramente, la pérdida de intimidad con Dios. Incluso si los cristianos más fervientes no tienen cuidado, pueden descubrir que se les ha enfriado el amor por Dios. ¿Cómo sucede? ¿Cuáles son las señales y cómo podemos restaurar una relación con Dios una vez que se ha quebrandato?
A menudo, los cristianos hablan de “volver a consagrar” su vida a Dios; pero debemos reconocer que Dios no nos llama a volver a consagrarnos, sino a arrepentirnos de nuestro pecado. Cuando deseammos que se restaure nuestra comunión con Dios, para empezar, debemos reconocer que nuestro propio pecado es lo que causó la separación. En 2 Crónicas 7:13-14, encontramos una reflexión al respecto.
La receta de Dios para restaurar la comunión con él, es humillarse, orar, buscar su rostro y arrepentirse. Él promete oír, perdonar el pecado y traer sanidad. Dios nos ama demasiado para dejar que permanezcamos donde estamos.
Cuando nos volvemos a Dios (y no simplemente a la actividad religiosa), él regresa a nosotros en una relación renovada y estrecha y nuevamente, comienza a cumplir sus propósitos para nosotros (ver Zac. 1:3 y 2 Crón. 15:1:3). El estabelce una vez más en nuestra alma. Esto puede sucederle a una persona, a una iglesia, a una denominación o a una nación.
¿Cómo perdemos la intimaidad con Dios? En Lucas 15, hay tres parábolas de Jesús que describen cómo puede suceder esto.
La oveja perdida (vv. 3-7) ¿Cómo se pierden las ovejas? Las distracciones suelen alejarlas del rebaño. No deciden, a conciencia, vagabundear y apartarse de las demás ovejas. Sencillamente, en determinado momento siguen culaquier cosa que les llame la atención. Al dejarse llevar por una distracción tras otra, poco a poco, se alejan cada vez más de donde deberían estar, hasta que se encuentran perdidas, sin esperanza y en grave peligro.
La moneda perdida (vv. 8-10). Las posesiones valiosos suelen extraviarse a causa de la falta de cuidado. Nadie se propone perder algo precioso, pero al no tomar las precauciones debidas, podemos poner un objeto valioso en el lugar equivocado. Nada es más precioso que nuestra relación con Dios. Sin embargo, podemos descuidarla a causa de la ansiedad que nos producen las preocupaciones diarias. En el trajín cotidiano nos olvidamos de orar y acortarmos el tiempo que le dedicamos al Señor. Y un día, descubrimos que Dios parece estar lejos de nosotros. Sin pensarlo, hemos perdido la intimidad con él de la cual antes disfrutábamos.
El hijo pródigo (vv. 11-32). En este relato, el hijo decide dejar el hogar para permitirse un modo de vida que deshonraba a su padre. Lamentablemente, hay personas que, en forma deliberada, abandonan su comunión con Cristo.
Solamente la decisión voluntaria de arrepentirse para volver a Dios, podrá traer de regreso a alguien que se haya alejado.
Quizás, nadie haya notado que nos alejamos de Dios, al menos, al principio; pero al poco tiempo se hará evidente, tanto para nosotros como para quienes nos observan, que nos hemos alejado del Señor. Por lo menos, hay cuatro maneras en que puedes discernir si te has alejado de él.
- Si ya no oyes a Dios (ver Deut. 30:17; Amós 8:11-12). Deuteronomio 30:17 dice: “Más si tu corazón se apartase y no oyeres, y te dejares extraviar…” La escritura advierte que la desobediencia a Dios conduce, inevitablemente, a la sordera espiritual. Cuando más rehusamos oír una palabra de Dios, más insensible se volverá nuestro corazón hacia él. Con el tiempo, nos habremos endurecido contra la Palabra de Dios al punto de que el corazón despreocupará de cualquier cosa que Dios diga.
- Has pedido el gozo (ver Juan 15:9-14). Jesús afirmó que lo que había dado su enseñanza a los discípulos “para que mi gozo este en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11). Como la consecuencia natural de permanecer en Cristo es el gozo, un cristiano sin gozo es una contradicción, no puede existir lo uno sin lo otro. No obstante, cuando la peocupación, las inquietudes y las diversas tareas impiden que permanezcamos en Cristo, inevitablemente, disminuye nuestro gozo en el Señor.
- Tu vida no produce fruto espiritual (ver Juan 15:1-8). El resultado natural de permanecer en Cristo es el fruto espiritual. Gálatas 5:22-23 identifica el fruto que el espíritu produce en la vida de un cristiano: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Cuanto más de este fruto haya en l tu vida, más te parecerás a Jesús. El fruto espiritual no puede producirse por esfuerzo propio. Es la consecuencia de una relación íntima con Cristo.
- Ya no tienes victoria espiritual en tu vida (ver Deut. 28:25). La escritura promete que si Dios está a nuestro favor, nada puede estar en nuestra contra (ver Rom. 8:31). Sin embargo, si Dios no está a nuestro favor, entonces seremos derrotados, continuamente. En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios advirtió a su pueblo que una manera clara de medir si lo estaban agradando, era si triunfaban o no sobre sus enemigos.
¿Pero cómo proteges esa relación? Puedes hacer estas cuatro cosas:
- Proverbios 4:23 advierte: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Nadie más puede hacerlo en tu lugar. Protegerte contra pensamientos y hábitos pecaminosos y destructivos requiere un esfuerzo sostenido y consciente.
- Proverbios 11:14 advierte: “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo. Puedes ahorrarte mucha angustia si te rodeas de personas que se interesen por ti y te alerten cuando vean que tu corazón se aleja de Dios.
- Media, periódicamente, en tu amor por Dios. Pregúntate: “¿Estoy amando al Señor mi Dios con todo mi corazón, o acaso otros afectos han comenzado a desplazar mi devoción por él?”. Luego examina tu alma: ¿Lo más profundo de tu vida está totalmente consagrado a Dios? Indaga en tu mente. ¿Tienes los pensamientos en absoluta sujeción a Cristo y a tu amor por él? Cuando descubras que no amas a Dios como debes, actúa de inmediato, para volver a tu relación de amor con él.
- Jesús también dijo: “Cualquiera, pues, que me oye esta palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”. Adopta un estilo de vida caracterizado por la obediencia inmediata. Es inevitable que lleguen las pruebas, pero entonces, tu vida estará firmemente cimentada en la Palabra de Dios y nada podrá dañar tu relación con él.
Si descrubres que ya no sientes por Dios el entusiasmo y la devoción que alguna vez tuviste, dedica tiempo a la oración. Vuelve a Dios de inmediato y comienza, a experimentar la restauración de su presencia en tu vida. Si no te has apartado de Dios, escribe una oración de gratitud y comprométete a permanecer en él con firmeza y fidelidad.
Algunas evidencias de que nos hemos apartado de Dios son: dejar de oír a Dios, perder el gozo, ausencia de fruto espiritual en la vida de uno y pérdida de victoria Para evitar que eso suceda, debes proteger tu corazón con esmero, rodearte de personas que te ayuden a rendir cuentas de tu conducta, procurar un ferviente amor a Dios con todo tu corazón, tu mente y tu alma, y habituarte a obedecer de inmediato cada cosa que Dios te diga.
- Dedica un momento a considerar en tu vida cualquier evidencia de que te hayas alejado de tu relación de amor con Dios. ¿Oyes que Dios te habla con regularidad? ¿Tu vida está llena del gozo del Señor? ¿Ves fruto espiritual en tu vida? ¿Estas experimentando la victoria?
- En este momento, ¿amas a Dios con todo tu corazón, tu alma, tu mente y tu fuerza? Si así no fuera, ¿qué podrás hacer hoy para renovar tu amor por Dios?
- Cerca de ti ¿hay personas que puedan expresarte, con libertad, sus inquietudes, cuando vean que te alejas de tu relación de amor con Dios? Si así no fuera, ¿qué podrías hacer para pedir a un amigo que te ayude a proteger tu corazón?
UNA SOLA CARNE
Observen con atención hacia dónde está guiando Dios al futuro cónyuge. Al fin y al cabo, después de casarse, las instrucciones que Dios le dé a uno de los dos afectarán al otro en forma directa.
¿Sabes que compromisos ha asumido tu cónyuge ante Dios? ¿Conoces la travería espiritual que ha estado realizando? ¿Puedes percibir el rumbo hacia donde Dios lo está guiando en este momento? Los cristianos necesitan conocer la respuesta a estas preguntas importantes sobre el compañero de su vida. ¿Cómo has ayudado a tu cónyuge a responder a la actividad de Dios y a obedecer su voluntad?
Desafiamos a los esposos a que hagan todo lo posible por ayudar a que sus esposas lleguen a ser lo que Dios ha planeado para ellas.
Una de las cosas más sensacionales que puede hacer, es observar cómo está obrando Dios en la vida de tu cónyuge y unirte a él. Hay varias manera en que puedes hacerlo.
- Ora regularmente por tu cónyuge y con tu cónyuge. Dios conoce mejor que tú lo que tu cónyuge está experimentando. Él conoce sus temores y sus inseguridades. Dios sabe lo que planea hacer por medio de él. La oración regular por tu compañero o compañera te ayudará a verlo mejor desde la perspectiva de Dios.
- Conversa regularmente sobre asuntos espirituales con tu cónyuge. Algunos cristianos nunca hablan con su cónyuge sobre la actividad de Dios. Suponen que él está obrando, pero nunca hablan de eso. Tú y tu cónyuge deben hacerse preguntas como: “en este último tiempo: ¿qué te ha mostrado Dios en su corazón mientras ora?” “Hoy te veías muy concentrado durante el sermón del pastor. ¿Qué te decía Dios?
- Repasen juntos sus indicadores espirituales
- Ministren juntos como pareja
- Den juntos. Muchos matrimonios cristianos ponen su ofrenda en el plato. Implica orar juntos y descubrir cómo quiere Dios que invirtamos nuestras finanzas en su reino. ¿Juntos estamos acumulando tesoros en el cielo!.
Si Dios te ha dado un compañero, te conviene participar en cualquier obra excelente que Dios planee hacer en su vida.
Así como Dios está activo en la vida de tu cónyuge, te invita a participar en su actividad.
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos, en la puerta. (Sal. 127:3-5).
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. (Rom. 8:29-30)
EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS PARA TUS HIJOS
Dos conducirá a cada hijo tuyo por un recorrido singular. Les hablará y permitirá ciertas circunstancias en sus vidas para poder moldearlos a la semejanza de Cristo. Como padre, tu influencia es sumamente importante. Dios quiere que:
- Ores por tus hijos. En realidad, el propósito es que Dios haga en nosotros los ajustes necesarios, para que podamos ser instrumento suyo en la vida de nuestros hijos. Necesitamos conocer los planes de Dios para nuestros hijos a fin de que experimenten la vida abundante que él planea para ellos (ver Juan 10:10)
A menudo, los padres oran para que sus hijos nunca pasen por sufrimientos o dificultades. No obstante, Dios permite diversos niveles de contrariedad en la vida de tu hijo para ayudarlo a crecer y aprender. Si Dios está procurando que nuestros hijos maduren y lleguen a parecerse a Cristo por medio de las dificultades, entonces, es contraproducente orar en contra de cualquier circunstancia difícil que Dios permita en la vida de ellos. Es mucho mejor pedirle que nos ayude a comprende lo que está intentando lograr mediante las circunstancias que les tocan a nuestros hijos. Tendemos a conocentrarnos en lo que les está sucediendo hoy, en tanto que Dios conoce lo que tiene en mente en cuanto a lo que serán y harán para la eternidad.
- Habla con tus hijos sobre la actividad de Dios. Los padres hablan con sus hijos de muchos temas, pero ninguno es tan importante como la actividad de Dios en sus vidas. Tienen que relatarles cómo conocieron a Cristo personalmente, cómo Dios los guió a casarse, cómo los guió en su carrera profesional y cómo los acompañó con el paso del tiempo.
Andar con Dios llegó a ser parte natural de sus vidas. En lugar de: ¿Qué te gustaría ser cuando crezcas?, les preguntaba: ¿Qué sientes que Dios desea que hagas? Cuando mis hijos me hacía una pregunta, aprendieron a que mi perspectiva los orientara hacia Dios: ¿Qué piensas que Dios quiere que hagas? Si solo les hubiera dado mi opinión cada vez que venían a pedir ayuda, habrían aprendido a recurrir a mi para obtener respuestas en lugar de a Dios. ¿Qué te ha enseñado Dios últimamente?
- Ministra a tus hijos. Nos dimos cuenta de que la mayor contribución que pudimos haber hecho al reino de Dios, durante nuestra vida, fue enseañarles a observar dónde Dios esta obrando y cómo unirse a él.
Ten presente que, aun cuando sean adultos, tus hijos e hijas te seguirán viendo como un modelo a imitar.
Tienes que ser sensible al Espíritu cuando te guía a servirlo en tu iglesia. Cuando respondas al Espíritu Santo, descubrirás que te usa para bendecir a las personas de tu congregación y para ayudar a tu iglesia a llegar a ser lo que Dios tiene en mente.
DIOS ESCOGE HOMBRES DE NEGOCIOS
Su gran obra para traer salvación a la humanidad, llamó a Abraham, uno de los hombres de negocios más exitosos de su tiempo (ver Gén. 24:35). Isaac, el hijo de Abraham, también prosperó en el mundo de los negocios (ver Gén 26:12-14). De manera similar, Jacob, el hijo de Isaac, llegó a enriquecerse gracias a su visión para los negocio (ver Gén. 30:43). José sirvió a Dios, no como predicador o misionero, sino como administrador de los graneros de Egipto (ver Gén. 41:37-57). Moisés tuvo un encuentro profundo con Dios mientras se ocupaba de su trabajo (ver Ex. 3:1-6). Eliseo fue invitado a unirse a la actividad de Dios mientras araba un campo (ver 1 Rey. 19:19-21). Amós declaró que no era profeta ni hijo de profeta, sino criador de ovejas y colector de higos silvestres (ver Amós 7:14). Daniel sirvió a Dios como funcionario del gobierno.
Jesús se capacitó como carpintero. Cuando emprendió el llamado a doce hombres para que lo acompañaran y fueran sus discípulos, escogió pescadores y otros que tenían profesiones establecidas (Mar. 1:16-20). Los empresarios no se dejan intimidar por el mundo. Ese es el ambiente en el que viven y prosperan. Una vez que esas personas tuvieron un encuentro con Jesús que les cambio la vida, ¡estuvieron preparadas para revolucionar su mundo! José de Arimatea fue un hombre de negocios que, aunque temía a los líderes religosos, tuvo el valor suficiente para reclamar el cuerpo de Jesús a Plilato, el líder romano (ver Juan 19:38; Mar. 15:42-43). José se valió de sus contactos comerciales y su influencia, para dar una adecuada sepultura a Jesús, y los cuatro Evangelios relatan su historia. Lidia, una mujer de negocios, fue un miembro clave de la iglesia en Filipos (Ver Hech. 16:14-15). Dos partidarios firmes del ministerio de plantación de iglesias del apóstol Pablo fueron Aquila y Priscila, un matrimonio que manejaba un negocio (ver Hech. 18:1-2).
En el curso de la historia, cuando Dios buscaba cumplir una obra excelente, a menudo lo hizo por medio de un hombre de negocios.
Cada día al ir al trabajo, los cristianos debieran prestar atención a lo que Dios se propone hacer a través de sus vidas.
En el curso de la historia, cuando Dios buscaba cumplir una obra excelente, a menudo lo hizo por medio de un hombre de negocisos.
Cada día al ir al trabajo, los cristianos debieran prestar atención a lo que Dios se propone hacer a través de sus vidas.
Jesús dio otro mandamiento que también te resultará imposible de cumplir: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Sin embargo, es no lo hace menos obligatorio.
Ten cuidado de decir “¡esto es imposible!” Si así lo haces, dirás más de tu fe en Dios que de la capacidad de tu iglesia. Nunca reduzcas un mandamiento de Dios a un nivel en el que pienses que puedes obedecerlo. Cuando Dios te pida hacer algo imposible, ¡alégrate!, porque entonces, te llevará a un punto en el que experimentarás su poder divino que obra a través de ti o, de lo contrario, fracasarás. ¡Sin dudas será una situación maravillosa y emocionante para ti!.
FIELES EN LO POCO
Él ha establecido ciertos prinicipio bíblicos para demostrar la manera en que obra en la vida de las personas. Uno de esos principios es la verdad según la cual, si eres fiel en lo poco, Dios te confiará algo mayor. Jesús relató la parábola del amo que dejó a sus siervos a cargo de sus bienes mientras él se iba de viaje a un lugar lejano. A uno le asignó cinco talentos, a otro le asignó dos talentos, y a un tercero, un talento. (Aclararemos que un talento representaba una gran suma de dinero). Dos de los siervos hicieron lo correcto con lo que se le había dado, en tanto que el tercero no hizo lo mismo. A los dos siervos que fueron buenos administradores de lo que les asignó, el amo les respondió: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor “ (Mat. 25:21)
Si es fiel en cumplir con todo lo que Dios planea para usted en este puesto, él le confiará una mayor responsabilidad en su reino.
La obra de Dios no tiene límites cuando sus siervos le son fieles en todo lo que él le encomienda.
Recuerda siempre que toda misión de Dios es más de lo que merecemos. No te sientas ansioso por cumplir funciones cada vez más importantes. No sigas insistiendo ni pidiendo misiones de mayor magnitud, ni ejerciendo influencia entre otros para obtener puestos. Confía en que, cuando Dios se complazca por tu servicio fiel, él te encomendará algo mayor en su tiempo perfecto.
Un libro que merece una calificación 10 de 10.