Un libro precioso, excelentemente diagramado. Es el primer libro nuevo que leo que ¡ya esta subrayado!, me pareció una genialidad. Muy buenas y entretenidas historias de vida y un mensaje muy claro. El libro esta dividido en 30 capítulos distribuidos en 10 secciones, cada sección tiene el título de una buena película. Lo recomiendo especialmente para jóvenes. Le va a gustar.
Le dejo a continuación extractos textuales, muchos son los que ya aparecen subrayados y otros que me gustaron de forma personal. ¡Disfrútelo!:
¡Si no recibes lo que esperas es porque te tardas en clamar! No hay nada imposible para Dios, así que todo es posible si crees y le pides.
Busca ser justo delante de sus ojos y verás que tu oración no tendrá tropiezo. No significa que seas perfecto, sino que tu corazón sea conforme con lo que Él pide.
No importa lo que otros piensen, ¡siembra para cosechar, sé humilde y serás exaltado, pide y recibirás!.
Él es glorificado cuando pides, recibes y das testimonio de ello.
Confía en tu Creador porque sus obras son buenas y siempre tienen un propósito. Así que confía en el Señor, acepta la redención que te ofrece y que te devuelve el dominio sobre el enemigo que desea verte derrotado.
Ahora puedes vencer porque ¡tienes autoridad! Date por vencedor, recupera tu confianza en Jesús y Su victoria será la tuya. Tener fe en Dios significa tener fe en lo que puedes lograr porque Él ya te ha dado todo par alcanzar la plenitud.
El está convencido de tu victoria, pero tú también debes estarlo. Lo que vence al mundo es nuestra fe.
Utiliza tu fe para atacar lo malo que te sucede y provocar que se cumpla lo bueno que Dios promete, no al contrario. Tus sueños se cumplirán cuando actúes como un hijo que confía en su Padre y en las habilidades que ha recibido.
De nada sirve decir que creemos en las promesas del señor si no tenemos el valor para enfrentar las situaciones y provocar que Sus planes se cumplan.
En nuestra relación con Dios hay dos testimonios: el nuestro, que habla sobre lo que Él ha obrado, y el Suyo, que habla de lo que Él ha visto y le agrada.
Nuestro testimonio de fe debe ser integral para que el testimonio de Dios también lo sea, porque Su gracia abarca todo nuestro ser, no solamente nuestro espíritu. La bendición de Dios es Su testimonio a partir del nuestro, producto de la valentía y coraje de vivir según la fe que Él ha puesto en nosotros.
Vivir por fe es disfrutar del presente y del futuro que forjamos con optimismo.
La fe es la mejor herencia para tus hijos, esa que te hace vivir expectante, renunciando a existir sin propósito, porque no tener expectativas es como estar muerto.
Vivir por fe requiere valor y coraje.
Nuestra existencia en la tierra no es simplemente un paso hacia la eternidad, tenemos un propósito, un tiempo que debemos aprovechar y disfrutar. Nuestra fe debe sustentarnos en ambas. Su promesa es acompañarnos siempre hasta el fin.
Demuestra buena actitud antes las dificultades porque tu destino es de bien, aunque el proceso sea difícil.
Debemos ser buena tierra para esa semilla de fe, debemos cuidarla, abonarla con nuestra constante búsqueda de Dios; de lo contrario, las aves se la comerán y no dará fruto.
El poder de Dios puede actuar en la medida que creamos y lo activemos.
No hagas de tu principio el final anticipado. Aprende a diferenciar el camino del destino y aprécialo para que te ayude a formar el carácter de un vencedor.
No me quedaré en la circunstancia difícil, Dios me sacará de esto si demuestro que tengo buena actitud.
Tus metas y las promesas del Señor deben estar por encima de lo negativo que puedas estar viviendo.
Pídele fortaleza a Dios para superar el rechazo y el dolor, pídele que sane tu corazón, que te limpie, que sea bálsamo para tus heridas.
Cuando pases tiempos difíciles, piensa con fe: “Este es mi destino, es solo el camino y resistiré porque mi Padre tiene excelentes planes para mí”.
Cada uno debe avanzar con fe en las promesas del Señor, superar su pasado, vivir en santidad el presente y confiar en el futuro. Corrige tus palabras y deja las expresiones pesimistas.
La palabra del Señor alineada a las tuyas desata bendición. Dios abre las puertas de los cielos para ti. Dile al Señor que le obedecerás, darás pasos de fe y lograrás desencadenar las bendiciones que Sus manos han preparado para ti. La fe que Dios nos tiene siempre ha excedido la que nosotros le tenemos a Él.
Que tu conocimiento no sea estorbo para tu fe. Eres salvo por lo que crees, no por lo que sabes; serás sano por lo que crees, no por lo que sabes; tu familia será bendecida porque sabes lo que Dios te ha prometido y ¡porque lo crees!
Un nuevo rumbo se abrirá ante tus ojos si decides creer en Jesús.
Ver milagros no depende de lo que sabes y conoces de Dios, sino de lo que estas convencido que Él puede hacer.
Puedes ver a Jesús como tu mejor amigo, pero no dejes de verlo como tu Señor, a quien honras y a quien le crees con todo el corazón.
Si crees con esa fe de la mostaza todo será posible: sanidad, restauración y salvación.
Todo suma, todo agrega algo a tu vida incluso en medio de la peor adversidad.
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. ¿Qué pasa con esas palabras? Podrías preguntarte, pues ¡pasa mucho con ellas! Tanto que han sido un pilar de mi fe para pedir al Padre. La clave está en leer bien porque no dice que nos dé el pan cada día, sino que nos dé en este día el pan que nos sustentará durante otras jornadas. Es decir, que le estamos pidiendo abundancia, no escazes. Al pedirle de esta forma demostramos nuestra fe en que puede proveernos ahora y abundantamente lo que sabemos que recibiremos en el futuro.
Puedes orar para que, como sucede con el “pan nuestro de cada día”, el Señor te dé hoy las ventas de todo el mes, los negocios de toda la temporada, los buenos resultados que esperas para toda una época. Todo dependerá de tu fe. Hoy mismo puedes tener la bendidicón de cada día si le pides que te que provea ideas porque cuando crees que algo es posible, encuentras la forma de lograrlo; pero si crees que un proyecto es imposible no te esfuerzas por buscar cómo logarlo.
Si aprendemos a entender la Palabra de Dios como promesa de bendición, seguramente la recibiremos.
Orar también es un asunto de aprender a escuchar y hablar porque para recibir hay que creer y decir.
Dios responde a la declaración de nuestra fe, no a las quejas y lamentos.
Cuando confesamos algo hacemos evidente lo que viene del corazón. No puedes asegurar que hay fe en tu interior si no lo declaras.
Dios dice, no lo que nuestra alma afligida quiere que digamos.
El enemigo necesita de nuestras palabras para dañar y Dios las necesita para bendecir. ¿A quién las rendirás? ¡Con fé, entrega tus palabras a la voluntad divina!.
Sus planes y pensamientos siempre son mejores que los nuestros.
Vive confiado y trabaja conforme a tu fe; lucha por obtener siempre lo mejor, no seas conformista y esfuérzate.
La vida no se trata de tener siempre las soluciones a la mano, sino de buscar a Dios en cada momento.
El primer escalón es el de acercarnos a Dios esperando recibir algo que necesitamos: salud, restauración, provisión o consuelo. Cuando Jesús obró milagros como la multiplicación de los panes y los peces, muchas personas fueron bendecidas y su fe creció. Al creer en Jesús naces de nuevo y todo cambia para bien, pero no se vale quedarnos estancados en ese nivel de fe, sino que debemos continuar hacia el segundo nivel, que se manifiesta cuando nuestra relación con Dios crece y lo obedecemos, como los discípulos cuando Jesús les mandó que se adelantaran en la barca mientras Él despedía a la multitud y oraba.
En este nuevo nivel ya hemos recibido bendición del Señor, hemos visto Su poder y le servimos con amor; podríamos decir, entonces, que “nos metemos en la barca”. En esta etapa vivimos tormentas, enfrentamos retos mayores que no viven quienes se quedan en tierra sin comprometerse, conformes con el alimento material que ya recibieron. En este segundo nivel somos testigos de muchos más prodigios.
El tercer nivel de fe nos permite ser usados como Jesús fue usado, tal como ya hemos visto que sucedió con Pedro, quien vio caminar al Señor sobre el agua y quiso imitarlo. Al prinicipio dio unos pasos, pero luego enfrentó la batalla de fe y comenzó a hundirse. Al avanzar en este camino de confiar en lo sobrenatural, en aquello que no vemos, Él pagó por nuestra victoria. Incluso podemos preguntarnos: “¿Estoy haciendo lo correcto?”- Avanzar sobre el agua puede hacernos dudar como Pedro, cuya fe se debilitó cuando ya estaba caminando. Incluso con una relación tan íntima con Jesús podríamos caer en la trampa y pestañear por un momento, podríamos creer que los préstamos bancarios funcionan más que la provisión de nuestro Padre o que las palabras de desaliento que escuchamos son más poderosas que la promesa que hemos recibido de Dios. No confíes en la barca que te ofrece seguridad, sigue buscando a Jesús y ¡avanza con pasos de la fe hacia Él!.
El cuarto nivel de fe provoca que confiemos en que el Señor nos levantará. Cuando Pedro se hundía, su primer impulso fue pedirle ayuda a Jesús, quien lo tomó de la mano. La palabra no dice que lo cargó hasta la barca; yo más bien imagino que ambos caminaron juntos. Claro que Pedro había avanzado poco, por lo que volvió sobre sus pasos, pero tomado del Señor.
¿Por qué se hundió Pedro? “Porque se atrevió a desafiar su fe”. Si Pedro se hubiera quedado en la seguridad de la barca, no se hunde, pero él fue el único que intentó imitar a Jesús. Es muy probable que en la barca los demás discípulos hicieran apuestas sobre lo que sucedería, tal vez uno dijo: “Ya verás que regresa”, otro quizá dijo: “Apuesto a que se ahoga”; pero al final, que regresa”, otro quizá dijo: “Apuesto a que se ahoga”; pero al final, Pedro regresó con Jesús; no se quedó con la incertidumbre de lo que sería capaz de hacer en obediencia. La fe es maravillosa, ¿no crees?
Debemos pensar diferente para lograr lo bueno que esperamos. El mundo nos dice: “Piensa mal y acertarás”, pero el Señor nos dice: “Piensa en todo lo bueno, justo, puro, amable y honesto”.
No pretendas ser perfecto para aceptar Su amor y misericordia.
Sabemos que fe es la certeza de lo que esperamos, la convicción de lo que no vemos, por lo tanto, si estás trabajando en un proyecto y te detienes por una situación negativa, significa que tu fe depende de lo que percibes, no de lo que esperas que suceda con tu esfuerzo y la ayuda del Señor. Así que si oras y no ves lo que esperas, ¡no te detengas!
La razón nos abandona donde la fe nos da la mano.
Todos queremos una vida de abundancia, pero lo primero que debemos buscar es un corazón bien dispuesto para dar y una actitud humilde para ser edificarlos.
Tu fe debe llevarte a pedir por llegar a la cima, no solamente por salir del pozo.
Nuestra autoridad se respalda en la de Jesús y eso es poderoso.
Los líderes de la humanidad han tenido ideas y las han hecho realidad. Dios solo le da idea a quien tiene la disposición para recibirlas. ¡Atrévete a creer en las ideas que Dios te dará!
El señor también habla de la fe para comer y para vestirte, porque todo, desde lo más elemental hasta lo más sobrenatural, requiere confianza en Él; por esa razón me gusta hablar de la fe lógica y la fe ilógica.
Él anhela bendecirnos en todas las áreas. Así de lógico o ilógico es su amor.
¿Por qué Dios nos crearía como seres racionales si no esperara que usáramos nuestra mente?
Deja de afanarte por lo que no tienes.
Tu fe no puede ser fugaz, créele al Señor siempre. Échale leña al fuego de la fe, no al fuego de la desesperación.
Fe es tener la convicción de que Dios ya vio tu futuro de bien y lo verás cumplido. No importa si el momento es de risa o de llanto, hay que vivirlo intensamente.
Dios te ayudará a vivir momentos y procesos si se lo pides, te levantará para que avances confiado en Sus promesas.
Créele a Dios por milagros que se obtienen en un instante y también ejerce fe para ser capaz de mantenerlos y no perder lo que te dio. Además, cree por las promesas que toman tiempo en cumplirse.
Obedecer la instrucción que pensamos demasiado fácil es nuestra prueba de fe.Si crees tener las fuerzas para lo difícil, demuestra que tienes fe para obedecer lo fácil. No pretendas que tu razón sustituya tu fe.
Está en ti que Dios haga algo. Él quiere hacerlo, pero eres tú quien desata la bendición al creer y confesar que lo imposible será hecho.
Nadie imita a quien no admira, y yo admiro a mi Padre, y por eso lo imito.
Nuestra boca debe proclamar con fe que se cumplirá lo que Dios nos ha prometido.
¡Nada de conformismo! Levántate, confía en la Palabra de Dios y lucha por salir adelante.
¿Dios hará milagros si soy justo e irreprensible? No, los hará solo si demuestras que confías en Su amor y misericordia.
Se requiere una intensa relación con Dios para obtener paz en medio de cualquier circunstancia.
Tú decides si eres espectador o protagonista de las proezas que Dios ha prometido.
La fe se sazona con paciencia que genera esperanza que no averguenza.
Cree y ten paciencia porque tu historia se contará como ejemplo de una fe que logra proezas.
Es parte de la vida recuperarnos de las confusiones y perseverar en la fe. El Señor está a punto de levantar aquello que para ti parece muerto; solo espera en Él y gózate de esa victoria.
Para perserverar nuestra emoción debe estar al nivel de nuestra fe, no al contrario.
No seas como lo que oran: “Dios, ¡dame paciencia, pero ya!”. Todo lo alcanzaremos con paciencia y perseverancia. No te rindas en las circunstancias adversas, y no creas al mundo sino al Señor.
La fe de Dios nos hace vivir confiados.
Si en tu boca solamente hay quejas sobre el presente y el pasado es porque tu copa no está rebosando y necesitas ir delante de Su presencia para que la llene.
El problema no es dudar sino cómo enfrentamos ese momento de debilidad.
Que nuestras emociones no nos dominen. Si buscas al Señor, pides Su intervención y te humillas delante de Su presencia, Su poderosa mano te guiará y te dará buenas ideas.
El afán y la angustia no deben ahogar tu fe, sino abrirle paso para que crezca.
El único capaz de obrar milagrosamente es Él. Quien se mete contigo, se mete con Él.
¿Por qué podemos tener fe para restaurar nuestro hogar, pero no para ser más felices cuando todo va bien?
Si deseas sanidad debes enfocarte en la salud, no en la enfermedad; debes demostrar que tu fe ha llegado al nivel de asegurar que estás sano.
Ante una situación difícil que nos haga llorar, demos gracias al Señor con fe porque sabemos que nos levantará y pondrá risa y cántico nuevo en nuestra boca.
Los versículos difíciles de nuestro salmo para luego redactar, con alegría, el final dichoso, cuando Él nos levante.
No condiciones tu adoración a tu estado de ánimo porque Él es Dios y merece tu honra y sin importar las circuntancias.
¡Disfruta de todo, de tu trabajo, de tu vida, de lo que puede hacer y compartir!
Goza lo que sea que tengas, y no le pongas precio a tu felicidad.
Mantengámonos atentos a Su voz para que nuestra fe crezca y nos lleve a obtener Sus promesas.
Tu señor te dice: “¡Levántate y camina!”