Escrito por Craig Groeschel, fundador y pastor general de la iglesia Life.Church considerada la iglesia más grande en los Estados Unidos con treinta y tres campus en ocho estados. Libro publicado en el año 2013 con el título original: “Fight: Winning the Battles that Matter Most”, es un libro que relata las enseñanzas de las batallas y fracasos de Sansón. Sansón fue de los últimos jueces israelitas, su historia se narra en el Libro de Jueces, capítulos 13 al 16. El autor define la vida de Sansón como un hombre increíblemente fuerte con una voluntad peligrosamente débil. El libro lleva a la reflexión de que Dios creó a cada hombre con el corazón de un guerrero, y hay momentos decisivos en que debemos pelear batallas: por nuestra esposa, hijos, por nuestro trabajo, etc. y hay batallas que se ganan espiritualmente. Tener un entrenamiento adecuado definirá si ganamos o perdemos nuestras batallas. El mundo no ha llegado a ver lo que verdaderos hombres rendidos a Cristo somos capaces de hacer, así es que hay una invitación para los hombres de que peleemos valientemente.
Recomiendo mucho este libro para los varones. Creo que todo hombre debiera leerlo.
A continuación dejo algunos extractos copiados textualmente:
“Hace poco leí un libro que sugiera que nuestra cultura ha tratado de convertir a los hombres buenos en mujeres: más bonitos, más tiernos, más amables, más compasivos, y conocedores de la moda. Perdóneme por lo decir lo obvio, pero los hombres no son mujeres. ¿Recuerda Gladiador?…Un hombre conoce muy profundo dentro de sí lo que Dios quiere que sea: un héroe con corazón de guerrero. Dios en la Biblia nos llama a pelear por lo que es correcto. Y un guerrero solo es tan digno como lo es su causa.
A menos que haya algo por lo que esté dispuesto a morir, no puede vivir realmente.
El verdadero hombre, no es el individuo que gana peleas de tipos rudos, sino el que conoce sus debilidades y que lucha en las fuerzas de Dios. No es perfecto. Pero Dios lo estará perfeccionando.
Tu enemigo espiritual quiere eliminarte. Él es un maestro en debilitar a hombres fuertes. A veces logra que al hacernos sentir cómodos, seguros y estables nos resignemos a llevar una vida mediocre porque esta es conocida y no exige mucho de nosotros. ¿Es así realmente como quieres vivir?
Aunque Satanás debilita a hombres, fuertes, Dios se dedica a hacer que hombre débiles sean fuertes. El hombre más fuerte no es que levanta el mayor peso, sino el que tiene la mayor fe.
Traza una línea en la arena. Dile al enemigo que no se meta con este hombre de Dios.
Puedo resumir la vida de Sansón en una sola frase: fue un hombre increíblemente fuerte con una voluntad peligrosamente débil. La vida de Sansón nos muestra los mismos tres problemas que han debilitado a hombres fuertes desde el prinicipio del tiempo:
1) Lujuria, 2) creerse con Derechos y 3) Soberbia
Lujuría herrante
La lujuría debilita a los hombres fuertes.
Una vez leí acerca de cómo un esquimal mató un lobo que le había estado aterrorizando el ganado. Sumergió un cuchillo afilado en sangre animal y lo congeló. Después repitió la acción una y otra vez, añadiendo capa tras capa de sangre congelada al cuchillo. Luego clavó esta “paleta de sangre” firmemente en la tierra por la empuñadura, con la hoja hacia arriba.
Cuando llegó el lobo, olfateó la sangre y comenzó a lamerla. Lamió y lamió, y la sangre congelada le adormeció la lengua. Finalmente estuvo lamiendo la hoja. Pero la sangre caliente de la lengua del lobo se mezcló con la sangre del cuchillo sin que se diera cuenta. El animal siguió lamiendo, hasta que la lengua se le destrozó. Para cuando comprendió lo que había hecho, era demasiado tarde. Se acostó y sangró hasta morir, junto a la trampa.
Eso es exactamente lo que la lujuría hace en una vida. “No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos…¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies?” (Proverbios 6.25, 27.28)
Lo que parece agradable, placentero y fácil en realidad es una trampa destinada a atraparte. Efesios 5:3 dice: “Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios”.
Sentirse que tiene derechos
Debido a la mano de Dios sobre Sansón, con el Espíritu de Dios fortaleciéndolo desde el momento en que nació, Sansón talvez fue el hombre más fuerte que haya existido. Pero debido a que por medio de sus actitudes (lujuría, creer que se tienen derechos, soberbia) despilfarra el favor de Dios. Debió haberlo sido. En lugar de eso, su historia es un pie de página en la historia, un cuento con moraleja. Pero Sansón mismo escogió el lugar donde fue a parar al traicionar a aquel que lo amó.
Y tú tienes la misma decisión que tomar.
Si pierdes la pelea contra la tentación, negando el llamado de Dios en tu Vida, haciendo caso omiso al regalo que él te ha dado, viviendo para ti y no para las personas que él quería que defendieras, podría irte incluso peor. En realidad ni siquiera es difícil imaginarlo: estás en los cuarenta, los cincuenta o sesenta. Miras hacia atrás y observas un matrimonio fracasado (o más de uno) y comprendes demasidado tarde: ¡idiota! Mucho de lo que pasó fue culpa mía. ¿Por qué no hice algo cuando podía hacerlo? ¿Por qué no me enfrenté? ¿Por qué no peleé? ¿Por qué no dije la verdad? ¿Por qué no pedí ayuda? ¿Por qué no confesé mis pecados? Tendré que vivir el resto de mi vida con estos interrogantes.
Conozco a muchos individuos cuyos hijos ahora son adultos, pero estos no los visitan en la época navideña. ¿Es ahí a donde te diriges? ¿No solo que tus hijos no te respetan, sino que no quieren estar en tu presencia? ¿Qué estás haciendo ahora para impedir que eso ocurra después? ¿Tienes las agallas? ¿Tienes lo que se necesita para ser un hombre de Dios?
Afortunadamente, y no te pierdas esto, nuestro Dios se especializa en fortalecer a hombre débiles.
Ademas, Dios está contigo. Y está por ti.
Al Dios al que servimos le encanta fortalecer a hombres débiles. Pablo nos dice en 2 Corintios 12.9-10 (El Señor) me dijo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.
Ya hemos hablado de las actitudes que fortalecen a hombres débiles. La lujuría expresa: “Lo quiero”. Creer que se tienen derechos manifiesta: “lo merezco”. Y el orgullo declara: “puedo controlarlo”.
Tu enemigo desea eliminarte por medio del egoísmo y la vergüenza, queriendo engañarte para que cambies el poder que Dios te ha dado por cosas que tientan tus apetitos carnales. Pero si te llenas de valor, si puedes admintir que eres débil y vulnerable, que necesitas la fortaleza de Dios y su presencia, entonces él te redimirá y te colmará de propósito y significado.
Tú puedes ser un hombre de fortaleza espiritual, un hombre de integridad, un hombre de valor. Puedes ser un hombre que defienda a los indefensos. Puedes ser un hombre que sirva a tu esposa y tu familia. Puedes ser un hombre que se entregue abnegadamente a otros.
El débil es el nuevo fuerte
1. Convierte “lo quiero” en “Quiero primero a Dios”. Cualquier cosa que “eso” sea para ti, tan pronto como empieza a sentir ese impulso, es decir esa gravedad que te atrae hacia “lo quiero”, te puede apresar. Lo que realmente quieres es a Dios…su fortaleza, su poder diario, su Palaba dentro de ti. Lo quieres guiándote los pasos. Deseas que su Espíritu te convenza de pecado, corrigiéndote, guiándote en las sendas de Justicia.
2. Convierte “lo merezco” en “merezco la muerte”. ¿Extremo? talvez. ¿Pero sabes qué? esta es una guerra, y cuando los riesgos son vida eterna (la tuya y las vidas de otros) debemos hacer lo que tengamos que hacer. Somos seres impíos que hemos pecado contra un Dios Santo. El pago por nuestro pecado es la muerte (Romanos 6.21-23) No tengo que servirte. “Deseo servirte”.
3. Convierte “puedo controlarlo” en “no puedo controlar nada sin Dios”.
Cada vez que sientas que el orgullo intenta volver a entrar a hurtadillas, mediante “puedo controlar esto”, recuerda lo que mercemos: la muerte. No podemos controlar nada sin Dios. ¿O con el poder ilimitado e incomparable de Dios?
Eres débil
Dios es fuerte
Su poder se perfecciona en tu debilidad
A Satanás le encanta debilitar a hombres fuertes
A Dios le encanta fortalecer a hombres débiles
¿Se lo permitirás?
Dispara primero
Tal vez metas la pata diciendo algo estúpido, sabes que deberías pedir perdón, pero imaginas: “Bueno, si abro esa puerta no se sabe qué podría resultar de esto” o puedes pensar “Yo no debería ser quien tenga que disculparse; ella fue quien se enojó”; así que dejas que tu soberbia te impida hacer lo que sabes de corazón que debes hacer. Eso es ser controlado por la emoción, no por la guíanza del Espíritu.
¿Por qué cedemos a los instintos que crean los resultados que despreciamos? Porque dejamos que la emoción nos domine, no que nos llene el Espíritu. Afortunadamente, en Gálatas 5.16-17, Pablo brinda una solución a la lucha: “Vivan por el Espíritu, y no segurián los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo contrario del Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren”.
Comportamiento Iracundo
Sansón es quien va tras la mujer equivocada.
Él es quien decide casarse con ella.
Él es quien hace caso omiso al consejo de sus padres y a la sabiduría de Dios.
Él es quien provoca a los filisteos con una adivinanza.
Él es el único que sabe el secreto.
Él es quien revela el secreto.
Él es quien deja a su esposa en el altar para ir a matar a un montón de individuos.
Él es quien incendia las cosechas.
Sansón estaba enojado contra el mundo, pero en realidad casi todo lo que ocurrió fue culpa suya. En algún momento pudo haber retrocedido, aunque fuera un poco. Si hubiera tomando un momento para calmarse, quizás habría podido cambiar las cosas. En lugar de eso, una y otra vez intensifica toda situación, obligando a otros a reaccionar.
¿Y qué tal tú? ¿Puedes relacionarte con Sansón? ¿Te sientes enojado con el mundo? Eres la víctima. La vida es injusta. ¿Por qué no tienes el descanso que otros tipos parecen conseguir?
¿Has pensado alguna vez: estoy muy enojado con Dios. No debería estar pasando por esto. Yo no pedí esta clase de vida? En realidad es posible que estés viviendo las circunstancias en que estás ahora por tus decisiones poco sabias, y sencillamente estás culpando a Dios.
Si hay algo con lo que puedes contar en la autocompasión es la exageración. Cada vez que comienzas a pensar en lo mal que están las cosas es como un juego que asegura que todo está tan mal como podría estarlo. Te descubrirás usando palabras externas como nunca y siempre: Nunca he sido nada bueno. Siempre voy a estar estancado en esta vida. La situación siempre irá de mal en peor. Ahora nunca voy a conseguir ese ascenso. Después de esta equivocación, mi esposa nunca me va a perdonar. Mis hijos nunca seguirán a Jesús cuando vean lo hipócrita que he sido.
Quedamos atrapados en estos círculos negativos de juicio y condenación personal que no provienen de Dios. Su Espíritu siempre nos guía a la confesión, a cambiar de dirección y a seguir el camino divino, a un inicio nuevo, a la gracia. A menudo Dios nos ha perdonado, pero nuestras emociones no lo han captado.
Si tus emociones continuamente te controlan vas a terminar como Sansón: un hombre con potencial divino atrapado en un ciclo de autodestrucción. Pero si estás dispuesto a sacrificar tus emociones en el altar, entregándolas a Dios, entonces lo convertirás en el personaje principal de tu historia. Aún sentirás tus emociones, igual que siempre, pero ya no te dominarán. Por fin escaparás a la esclavitud del impulso y entrarás a la libertad que viene únicamente de ser guiados por el Espíritu de Dios.
El mundo todavía no ha visto lo que Dios hará con un hombre totalmente consagrado a él. Hoy día prodríamos decirlo de este “El mundo todavía no ha visto lo que Dios hará por medio de un hombre totalmente rendido a él”.
“¡Yo seré ese hombre! Si Dios está buscando un hombre de integridad, un hombre de honor, valor y fidelidad, con la ayuda divina, ¿yo seré ese hombre?.
Sansón, luego de gobernar correctamente por 20 años, se fue de Hebrón a Gaza. Allí vio a una prostituta, y entró a su casa para pasar la noche. (Jueces 16:1), ¿fue esta actitud una cana al aire?, no se trataba de una distancia corta sino de 77 kms más de 56 mil pasos, en algún momento se preguntaría ¿qué estoy haciendo? no se trataba de algo improvisado, cada paso lo conducía al inicio de su destrucción.
¿Cómo individuos que parecen destinados a la grandeza terminan en esa senda hacia la destrucción? En realidad es muy fácil. Todo empieza con un solo paso. Un día. Una tarde. Eso es todo lo que se necesita para echar a rodar el balón. Un día tomas una mala decisión. Luego sigues poniendo un pie delante del otro, y no haces correcciones al curso. Lo mantienes en secreto. Lo encubres. Haces caso omiso a la señales de advetencia. Con cada paso te sales ligeramente del buen camino en que estabas, cada vez más y más, hasta que la inercia te jala dentro de una espiral descendente.
Sansón era un guerrero suficientemente fuerte como para matar a mil hombres; como para destrozar a un león con las manos; como para arrancar puertas de setecientas libras de sus goznes y llevárselas. Pero al final, no fue suficientemente fuerte para dirigir a una mujer. Esa es tu advertencia en pocas palabras, amigo. No te atreva a ser fuerte solo en tu negocio o en tu trabajo. No te atrevas a ser fuerte en tus pasatiempos o en algún deporte. No te atrevas a conformarte con ser fuerte solo en lo físico. Muchos hombres son fuertes en toda clase de manera, pero dejan el liderazgo a otros.
¿Te estás apartando de Dios en alguna manera? ¿Estas en el paso número uno? ¿O en el 56.249? ¿O en algún lugar intermedio? Sin que importe cuántos pasos hayas dado ya, existe una solución simple y profunda. Es tan básica y tan de sentido común, que si no le estas prestando atención sencillamente te la puedes perder: da media vuelta.
Lado oculto
La mayoría de los hombres no queremos fracasos ni una sola vez. Queremos dar la talla y triunfar en todo lo que intentamos. Por eso no queremos jugar si no creemos que podemos ganar. Es típico que cuando no logramos vivir según nuestras expectativas (o las de alguien más) el arrepentimiento se ponga en marcha: ojalá yo hubiera. Debí haber tenido. ¿Por qué no lo hice?
Tal vez serás ese tipo casado que, aunque siempre fuiste fiel, dejaste que tu matrimonio se estancara, sin haber guiado a tu familia a ningún lugar importante. Por supuesto, recordabas tu aniversario y los cumpleaños de todos, matriculabas a tus hijos en buenos colegios, y los llevas al fútbol o a las clases de música. Incluso ibas a la iglesia (algunas de las veces). Pero no inspirabas a los miembros de tu familia. Nunca los desafiaste a vivir de tal modo que fueran a cambiar el mundo. Te arrepentirás simplemente porque es demasiado tarde.
Sin embargo, debes recordar esta poderosa verdad que sencillamente es cierta para ti como lo fue para Sansón: el fracaso es un acontecimiento, no una persona.
Simplemente aléjate
El remordimiento es una respuesta común al fracaso, pero hay una mucho mejor: arrepentirse. En lugar de mirar hacia tu interior o tu exterior, mira hacia arriba. En vez de atascarte, detente y luego deja a Dios te lleve a través del problema. Abandona la culpa, el remordimiento, la ira, y la autocompasión, y regresa al Señor. Arrepentirse significa reconocer tus equivocaciones y aceptar la responsabilidad.
“Fue culpa mía. He venido arrastrando esto por mucho tiempo.”
Remordimiento es una sensación basada principalmente en la culpa (una emoción egoísta), manteniendo tu atención en el pasado. Arrepentimiento es alejarnos de lo que está mal, dejar a un lado el pasado, y enfocarnos a cambiar nuestro futuro. El remordimiento levanta un monumento emocional a nuestro pecado, luego permanece allí parado contemplándolo mientras nos sentimos mal. Arrepentirse significa apartarse ciento ochenta grados del pecado y luego alejarse de él. Con cada paso, el arrepentimiento avanza más lejos de ese pecado. Y no regresa a mirar.
Igual que Sansón, puedes orar: “Oh soberano Señor, acuérdate de mí. Oh Dios, te ruego que me fortalezca solo una vez más, y el resto de mi vida usaré tus fuerzas para aprovechar todo lo que me has dado para tu gloria, tu reino y tu nombre. Por favor, concédeme una oportunidad más”.
Si no estás casado pero quieres estarlo, ve donde un buen estilista para que te haga un buen corte de cabello. Vende tu consola de juegos, y el tiempo que habrías pasado jugando en ellos úsalo haciendo cosas que te hagan digno de los momento de una chica que desafíe tu fe: estudiar la Palabra de Dios, aprender a ser un hombre de Dios, ponerte en forma espiritual. Ingresa a un grupo de hombres con otros varones que te animen a vivir una vida moral, hombres que te ayuden a moldearte dentro de la versión masculina. Sal de casa y habla realmente con las personas. Atrévete a participar. Cuando conozcas a una chica, ora con ellas. Ábrele la puerta. Escríbele notas. Y aleja tus manazas de su cuerpo hasta que estén caminando por el pasillo el día de la boda.
Si eres cristiano, tienes dentro de ti el poder de la resurrección. No te des por vencido. No trates tan solo de “ser un hombre más fuerte”. A Satanás le agrada debilitar a hombres fuertes. Dios ama fortalecer los hombres débiles. No intentes tan solo “ser mejor hombre”. Sé un hombre de Dios. Deja de tratar de contar tu hisotria. Empieza a contar la de él. No se trata de ti. Se trata de él. Derriba esos pilares. Muere a ti mismo de modo que pedas vivir para Dios.
No eres lo que hiciste; eres lo que Dios dice que eres.
Tal vez nadie crea que podrías marcar una diferencia, pero no tienen idea de lo que Dios está haciendo en ti en este momento. Algunos no creen que puedas librar alguna lucha, pero no pueden ver la fortaleza espiritual que Dios está impartiéndote. Otros creen que siempre te revolcarás en tus debilidades, pero no saben que la fortaleza de Cristo está viva en medio de tus equivocaciones. Podrías estar derribado, pero no acabado. ¡Eres un guerrero de Dios!.”