Escrito por el empresario guatemalteco Emilio Méndez, es una excelente autobiografía, donde el autor nos lleva en un agradable recorrido desde su niñez, el inicio de sus estudios en la universidad, su viaje a los 19 años para estudiar sastrería y diseño en London College of Fashion de Inglaterra, hasta la consolidación del negocio de moda masculina fundado por su padre, don Saúl Emilio Méndez. El libro hace también un recorrido por los inicios de los negocios gastronómicos, asi como también de iniciativas sociales como GuateAmala y Despertemos Guatemala.
Es un buen libro que recomiendo leer especialmente a jóvenes y emprendedores. A lo largo de los 22 capítulos, el autor nos hace un recuento franco y abierto de las experiencias de crecimiento, creatividad y desarrollo. Al iniciar la lectura, no podrá parar de leerlo.
A continuación una transcripción textual de una porción del capítulo IX, que considero es un buen ejemplo de creatividad, audacia, estrategia y emprendimiento:
“Vale la pena destacar el ingenio y creatividad para construir una reputación de marca. Muchas veces -la chispa del obsequio adecuado- se vuelve una excelente plataforma de exposición estratégica a considerar, cuando nuestro producto es especialmente poco conocido. En todo nuevo proyecto la curva de aprendizaje inicial es muy alta, así que no faltaron las metidas de pata; mientras más grandes, mayor aprendizaje. Así perdí el miedo a equivocarme. Me lo tomé verdaderamente en serio y fue una gran escuela en todas las áreas, desde compras hasta recursos humanos, pasando por temas contables y legales que rápidamente me hacían ver la necesidad de entender la operación en forma integral y estratégica. Estábamos sentando las bases para la producción de la prenda mejor vendida dentro de Saúl E. Méndez y mi interés se centraba, en gran media, en ganarme la credibilidad de la familia.
Fue así como, movido más por una corazonada que por una estrategia publicitaria, obsequié a uno de los cantantes de mayor éxito en aquella época –Emmanuel- unos sacos que había diseñado para una colección que planeaba vender en ferias de Alemania.
Emmanuel había llegado aquel año a Guatemala para dar un concierto y averigüé que estaría hospedado en el Camino Real. Ni lento ni perezoso, elegí tres sacos muy especiales y, presentados en un buen empaque, los llevé personalmente hasta la puerta de la habitación. Una tarjeta personal con un sencillo y directo mensaje acompañaba el paquete.
Regresé a la oficina convencido de lo que había hecho. Cabe decir que admiraba la carrera de aquel cantante mexicano y conocía su debilidad por el buen diseño europeo. Como era de esperar, sucedió lo inevitable. Apenas llegaba a mi escritorio cuando Emmanuel estaba llamando, tanto para agradecerme el obsequio como para decirme que quería comprar la colección completa.
Ese mismo día tuve la oportunidad de conocerlo. Usó uno de los sacos durante el concierto en Guatemala. La colección lo acompañó en los escenarios, al punto de darme el crédito en una entrevista que concedió a la televisión mexicana.
Esa ingenua provocación no solo causó que Emmanuel usara mis sacos, sino que logró generar una noticia que dio la vuelta en todos los medios, y de la que mucha gente se enteró sin que yo dijera una sola palabra.
Por primera vez aparecí en el mapa de los que hacen cosas diferentes y esto me dio la oportunidad de estar en el foco.”