SIN TIEMPO PARA DETENER EL TIEMPO
de Francisco Váldez Paiz y Ángel López Santizo
El homicidio/suicidio de Rodrigo Rosenberg Marzano un día que se celebraba el día de la madre en Guatemala, 10 de mayo 2009, creó una gran polémica en el país, cuando se reveló un vídeo póstumo acusando que en caso de ser asesinado, los responsables de su muerte serían Gustavo Alejos (Secretario Privado de la Presidencia de Alvaro Colom 2008-2012), Sandra Torres de Colom (Primera Dama 2008-2012) y Álvaro Colom (Presidente 2008-2012). En Enero 2010, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala actuando por mandato de la Organización de las Naciones Unidas y dirigida por el fiscal español Carlos Castresana llegó a la conclusión de que el mismo Rosenberg fue realmente quien planeó su propio asesinato, mientras que los hermanos Francisco y Estuardo Valdés Paiz, familiares de la ex-esposa de Rosenberg, fueron acusados como los autores intelectuales del homicidio.
Personalmente considero que el génesis de CICIG fue loable, pero luego se fue opacando por su particular forma de “hacer justicia” con el mensaje encubierto de que “el fin de luchar contra la corrupción justifica los medios” y “que cualquier persona es culpable a menos que demuestre su inocencia”. A titulo personal considero que no es correcto intentar luchar contra la corrupción utilizando prácticas que podrían ser también corruptas o injustas como la manipulación, los juicios de exposición publica, negociar con criminales, retardar procesos, etc. Talvez en mi “ingenuidad” me inunda un pensamiento “muy romántico” de que al mal se le vence con el bien, que a la mentira se le vence con la verdad y a la manipulación se vence con lo genuino.
Volviendo al caso Rosenberg, este libro es el relato y versión de Francisco Váldez Paiz, escrito con la co-autoría del escritor Ángel López Santizo. El libro esta escrito en forma de novela y relata con mucho detalle el tiempo en que Francisco Valdés y su hermano Estuardo, permanecieron ocultos, mientras negociaban con CICIG, en algún lugar del oriente guatemalteco; el libro también narra los detalles de su caso y su tiempo en prisión preventiva. El libro tiene 210 paginas y una vez se empieza a leer es inevitable dejarlo. Tiene varias malas palabras o malas expresiones, las cuales imagino, fueron escritas en el propio relato de lo sucedido. El capítulo que transcribo textualmente a continuación, es el relato de la parte medular del caso Rosenberg. Inicia con palabras de Francisco Váldes recordando una conversación con el propio Rodrigo.
“Aún hoy tengo dudas respecto a si ese hombre completamente devastado que me abrió la puerta era Rodrigo Rosemberg o no, había en él algo que hacía que yo no fuera el mismo. En vez de responder a mi saludo me abrazó y lloró desesperadamente sobre mi hombro. Pasados unos diez minutos nos sentamos en la sala. Sus ojos estaban completamente hinchados y enrojecidos, mientras que su mirada parecía no ver hacia la sala, sino hacia algo que, más allá de la pared, solo él podía ver. Pasó un rato sollozando, sin lograr articular palabra alguna. Busqué en la cocina la forma de servirle un vaso de agua, al llevárselo, bebió muy lentamente. Luego un nuevo y extenso espacio de silencio. Con cierta timidez finalmente me atreví a preguntarle qué era lo que le pasaba.
Quico exclamó, por fin gracias por haber venido … necesitaba que estuvieras aquí…Quico ¿vos recordás a Marjorie Musa?
Sí, claro. Acordáte Rodri que ella estudiaba en el Americano cuando los primeros cursos de medicina de la Marro los sacábamos en la del Valle, fue ahí que junto a Tania Azurdia y Annie Hirschmann la conocí. De hecho, y eso no se si vos lo recordás, cuando fuiste a avisarme que habían matado a mi papá, estaba en una mañana deportiva del Americano precisamente buscándolas a ellas.
No Quico, no lo recuerdo…
Y bueno, pues recientemente la noticia de que, junto a don Khalil, los asesina…
En ese momento Rodrigo nuevamente rompió en llanto y, como si fuera un niño una vez más se recostó en mi hombro. Todo me resultaba cada vez más confuso y me generaba un embotamiento mental horrible, pero no podía presionarle, debía esperar a que por si mismo me contara a qué se debía toda aquella aflicción que tanto le oprimía.
¡Sí, es eso…brutal y cobardemente asesinados por … Exclamó, subiendo por primera vez el tono de su voz entrecortada, como si un rencor demasiado profundo hubiera reactivado algo que se encontraba ya cuajado en su interior. Yo, sin saber qué exactamente decir, me limitaba a respirar ese aire asfixiante fruto de la degradación anímica de Rodrigo. Finalmente, incapaz de contener mis dudas, me atreví a decirle:
Rodrí, dispulpáme hermano, pero te juro por lo que querrás que no estoy comprendiendo absolutamente nada no hubo una respuesta de su parte. A través del cristal vi hacia fuera, la oscuridad de la noche empezaba a cubrir todos los edificios de la zona 14, lo cual acrecentaba en mi una sensación de angustia, sentía que llevaba días sentado en aquel lugar.
Vos, como todo el mundo sabés que yo era el abogado de don Khalil Musa.
No Rodri, no lo sabía.
Pues así era. Pero…hay algo más, que nadie en el mundo sabe y que es lo que te quiero contar…estas que ves ahí señalando una percha bastante desordenada de documentos y sobres, que no había notado al entrar son todas las cartas que Marjorie Musa me escribió… son un resumen, bastante breve, de la etapa más hermosa de mi existencia… y ahora, por culpa de de un grupo de …. sin ninguna capacidad moral, ha quedado para siempre atrás…
Rodrigo se sumió una vez más en ese llanto deseperado que, aunque no le había visto nunca antes, empezaba a causarme hastío, no por el llanto en sí ni por la angustia que encerraba el mismo, sino por lo incomprensible que me resultaba todo aquello. Luego de unos minutos más de silencio, continuó
Como te venía diciendo, yo era abogado de don Khalil Musa. Resulta que Gustavo Alejos logró convencerlo de que aceptara un puesto en la junta directiva de Banrural y uno en la de Anacafé, donde, como en muchas partes de este país, se cuecen algunas habas y la presencia de un hombre recto como don Khalil les tiraba muchos negocios por la borda. Dado el excesivo poder con que Álvaro Colóm, Sandra Torres y Gregorio Váldes, que son los más afectados, cuentan, optaron por mandar sicarios a asesinarlo y de paso acabaron con la vida de Marjorie, y, como efecto colateral, la mía…
Su mirada concentrada en la pared hacía que aquellas palabras, transmitidas de forma lenta y titubeante, no fueran sino un monólogo impersonal, que lo mismo podría haber sido dicho en mi presencia como sin esta, mientras, con una frecuencia demasiado incómoda, desviaba furtivamente su mirada hacia la ventana, como si temiese que alguien fuera a entrar a través de ella, lo que hacía aún más tétrico el ambiente.
Ellos mismos, por medio de diferentes manipulaciones, lo presentaron ante la opinión pública como un problema laboral con empleados de la fábrica de don Khalil y unos supuestos proveedores. El problema Quico es que yo, sabiendo la rectitud de aquel hombre, decidí investigar lo sucedido por mi cuenta y logré descubrir muchísimas cosas de personas que, dado el sitio prominente en el que la sociedad, y en especial la actual administración, ha puesto, dejarían helado a cualquiera, pero a la vez, por ese mismo poder, han descubierto que yo los he estado investigando y aunque no lo saben con certeza, temen que esté a punto de descubrirlos, por eso tengo la sospecha cada vez más fundada de que están complotando para quitarme del camino a mí también…
Su mirada en ese momento vio con mayor intensidad hacia el exterior a través de la ventana, el tono de su voz disminuyó tanto que las últimas palabras más que escucharlas, las imaginé.
No se Rodri, pienso que lo más sano en una situación como esta, es que salgás del país, que te des un tiempo lejos de acá.
¡Nooo Quico!, eso sería traicionar la memoria de los Musa, en este punto simplemente no puedo, es mi deber moral permanecer acá, avanzar lo poco que me falta y desenmascarar publicamente a los responsables.
Mira Rodri, yo entiendo muy bien lo de don Khalil Musa, es una familia a la que yo siempre he respetado y podemos decir que he querido. No dudo que en lo que me decís hay una razón total, pero llegar al punto de poner en juego tu propia vida y estar en el estado en que te encontrás, perdoname Rodri, pero yo creo que estás exagerando demasiado tu papel dentro de todo esto…
No Quico, yo creo que no me estás entendiendo bien.
Pues para serte honesto yo creo que no Rodri, te escucho, analizo lo que me decís y no le encuentro ni pies ni cabeza a toda esta situación. O sea, no entiendo que, aparte de ser su abogado y un hombre convencido de su honorabilidad, hace Rodrigo Rosemberg Marzano ahogándose en medio del desastre familiar de los Musa.
El punto de todo esto Quico es que yo la amaba, yo amaba a Marjorie Musa.
¿O sea Rodri que vos estabas enamorado de la hija de don Khalil?
Así es Quico.
En ese momento abrió su laptop, me mostró muy a la ligera unos correos que en teoría se escribían, para luego detenerse en unas fotos de Bora Bora, a donde, luego de casarse en noviembre, se irían, en ese momento nuevamente su voz se quebró, hundió su cara entre sus manos y sollozando exclamó
¡Justo el 7 de mayo cumpliríamos tres años!
Pero ella, por lo que entiedo, era una mujer casada le interrumpí.
Es cierto Quico, pero no era feliz.
Rodri, pero eso es algo que en determinado momento cualquiera puede decir y no forzosamente tiene porqué ser cierto o ¿vos creés que en realidad ella sentía algo por vos?
Así era Quico, estábamos profundamente enamorados y solo era cuestión de tiempo para que ella se divorciara y nos fuéramos a vivir nuestra propia vida.
Rodrí, aunque en mi mente empieza a armar el rompecabezas de todo esto, estoy seguro que, aun si logro armarlo completamente, nunca voy a entenderlo a cabalidad. Pero mi deber es apoyarte y no forzosamente entenderte. ¿Contáme cómo exactamente puedo ayudarte?
Como sabes soy un hombre dedicado únicamente a la comprensión de las leyes y nunca he requerido de un aparato de seguridad, pero el momento en que me encuentro hace preciso que cuente con él, tengo miedo y la única persona en quien confiaría para solicitar algo así, sin sentir que corro peligro de ser entregado a mis enemigos, sos vos.
Mirá, yo, como siempre, únicamente cargo a un chofer y dos guardespaldas. ¿Querés que te dé a uno de mis guardespaldas para que te cuide o mi carro blindado?
No, no me gustaría ver afectada tu seguridad.
Bueno, lo otro que se me ocurre es hablar con Tayo, aquel mantiene un sistema se seguridad más amplio y sin duda sabrá mejor que yo, qué hacer.
No Quico, te ruego que a Chicote no lo inmiscuyás en esto, es algo demasiado riesgoso. Constantemente me amenazan e incluso de manera directa Gustavo Alejos me indicó que si seguía moviendo lo de los Musa me iba a matar. Créeme he metidado demasiado respecto a comentártelo a vos, pero involucrar a tu hermano es otra cosa, pues de inmediato preguntará de qué se trata… si algo le pasara no me lo perdonaría. Y creéme, puede pasar.
No Rodrí, yo creo que estás exagerando. Si bien no logro dimensionar los peligros que en realidad te rodean, creo que el consultar a Tayo tampoco lo pone en peligro. Si no imagina en qué peligro estoy yo después de haber venido, no jodás hombre.
Es lo que en realidad me preocupa Quico. Pero bueno, si es es la única ópción que nos queda, hablále a aquel y a ver qué nos dice.
Creéme Rodri que me voy muy preocupado por vos, no logro comprender a cabalidad todo esto que sucede, pero…
Lo sé Quico, sé que te suena absurdo, y no te pido que me comprendás ahora, porque sé que no puedo darte todos los elementos para que lo hagás, sería ponerte en riesgo ante estos delincuentes y yo sería incapaz, pero si he acudido a vos, es, además de saber que sos como un hermano para mi, y que, como yo, sos un hombre moral, recto y de bien, por ende, cuando todo esto se desenmarañe, sé perfectamente que me darás totalmente la razón… Ah, olvidaba decírtelo, por favor, si algo llegara a sucedeme, de inmediato trasladále la información a Luis Mendizábal y a Mario Fuentes Destarac.
Nos dimos un abrazo muy fuerte, entrañable y, sintiéndome indeciso de si convenía dejarlo solo o no, caminé con calma, como intentando respirarme la noche entera para mi solo. Encendí el carro sin sentir exactamente qué hacía, como si no estuviera en aquel lugar realmente, y me alejé.”
El libro contínua con los detalles del relato, la posterior muerte de Rodrigo Rosenberg, la huída de los hermanos, su entrega, su vida en prisión donde convivieron bastante con Alfonso Portillo y el detalle de su caso en la justicia guatemalteca.