Novela escrita por el premio Nobel de Literatura (2010), el peruano/español Mario Vargas Llosa (1936), disponible en Guatemala desde octubre 2019 por editorial Alfaguara. El libro relata la serie de conspiraciones políticas que llevaron a Carlos Castillo Armas al poder en Guatemala (1954-1957) y la perspectiva del golpe militar orquestado por la CIA para derrocar al acusado como comunista, presidente Jacobo Árbenz, que había sido democráticamente electo en las elecciones generales de 1950 y quien fue parte importante de la revolución del 20 de octubre de 1944. Es una historia de conspiraciones y ficciones que se entrelazan con elementos históricos en Guatemala, República Dominicana, Honduras y Haití de los años 40´s a los 60´s. El autor a mencionado en entrevistas, que la “novela ha sido bastante misteriosa para él”, ha comentado que se enteró de la historia de Jacobo Arbenz, estando en la n República Dominicana en 2016, un amigo suyo (asumo que del escritor Premio Nacional de Literatura de República Dominicana 2014, Tony Raful, a quien tambien dedica uno de los agradecimientos del libro) y desde entonces se dedicó a investigar el tema, para lo cual también viajó a Guatemala.
¿Qué si lo recomiendo? Definitivamente no es un libro para todo público. Los elementos de ficción de ciertos personajes, generan demasiado morbo y se utiliza (muchas veces) una sensualidad, para mi juicio, innecesaria. Ciertos relatos utilizan mucho detalle sensual (lo subrayo y resalto). No me considero un crítico literario, ni mucho menos. Entiendo que el estilo literio de Vargas Llosa genera una ficción que vive, que se entremezcla con la realidad al punto que el lector llega a considerar que se tratan realidades soberanas, pero definitivamente es un libro para adultos o para personas con madurez literaria (no se si existe el término, pero quise acuñarlo). Para mi gusto, los muchos detalles que se escriben del comportamiento del personaje Johnny Abbes García, y en algunos pasajes también del personaje identificado como Miss Guatemala, Martita Borrero, son absolutamente innecesarios y le restan valor literario a la obra.
En las reseñas que hago de novelas o autobiografías, dejo una porción textual del libro, que en este caso, creo, resume muy bien la premisa central de la obra. Tomadas textualmente de las páginas 350 y 351:
“Los tres (Mario Vargas Llosa y los escritores dominicanos Tony Raful y Soledad Álvarez) coincidimos en que fue una gran torpeza de Estados Unidos preparar ese golpe militar contra Árbenz poniendo de testaferro al coronel Castillo Armas a la cabeza de la conspiración. El triunfo que obtuvieron fue pasajero, inútil y contraproducente. Hizo recrudecer el antinorteamericanismo en toda América Latina y fortaleció a los partidos marxistas y fidelistas (en alusión a Fidel Castro). Y sirvió para radicalizar y empujar hacia el comunismo el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro. Éste sacó las conclusiones más obvias de lo ocurrido en Guatemala. No hay que olvidar que el segundo hombre de la Revolución cubana, el Che Guevara, estaba en Guatemala durante la invasión, vendiendo enciclopedias de casa en casa para mantenerse. Allí conoció a la peruana Hilda Gadea, su primera mujer, y, cuando la invasión de Castillo Armas, trató de enrolarse en las milicias populares que Árbenz nunca llegó a formar. Y tuvo que asilarse en la embajada de Argentina para no caer en las redadas que desató la histeria anticomunista reinante en el país en aquellos días. Pero de allí extrajo probablemente unas conclusiones que resultaron trágicas para Cuba: una revolución de verdad tenía que liquidar al Ejército para consolidarse, lo que explica sin duda esos fusilamientos masivos de militares en la Fortaleza de la Cabaña (Habana, Cuba) que el propio Ernesto Guevara dirigió. Y de allí saldría también la idea de que era indispensable para la Cuba revolucionaria aliarse con la Unión Soviética y asumir el comunismo, si la isla quería blindarse contra las presiones, boicots y posibles agresiones de los Estados Unidos. Otra hubiera podido ser la historia de Cuba si Estados Unidos aceptaba la modernización y democratización de Guatemala que intentaron Arévalo y Árbenz. Esa democratización y modernización era lo que decía querer Fidel Castro para la sociedad cubana cuando el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba.
Hechas las sumas y las restas, la intervención norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la democratización del continente y costó millares de muertos, pues contribuyó a popularizar el mito de la revolución armada y el socialismo en toda América Latina. Jóvenes de por lo menos tres generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico todavía que el de Jacobo Árbenz.”