No se trata de usted, no se trata de sus habilidades, de sus conocimientos o de sus contactos; se trata del poder de Dios que actúa a través suyo por medio de la fe. Usted y yo, hijos de Dios por medio de la redención en Jesús, tenemos una bendición sobrenatural y poderosa, le invito a leer Efesios 3:20 que en la Versión Las Américas dice: “Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros”. Esto quiere decir que más allá de lo que pedimos o aún entendemos, hay un poder que es dado por Dios, del cual somos portadores, un poder sobrenatural. Las naciones se fundamentan con hombres y mujeres que construyen hogares fuertes, que hacen funcionar adecuadamente instituciones educativas, de gobierno, deportivas, de negocios y los medios de comunicación. Dios quiere que las naciones completas reflejen su señorío y reino (Salmos 2.8, 22:27 y Apocalipsis 2.2).
Lance Wallnau, Dave Yarnes y Rob Robinson, han publicado varias enseñanzas acerca de los montes que se identifican identifican en la Biblia como cúpulas de poder o de tomas de decisiones. Se identifica a siete como los montes que debemos conquistar para poseer una nación: el Monte de la iglesia, familia, educación, gobierno, medios de comunicación, deportes y negocios, los cuales se deben conquistar llevando principios de la cultura de Dios, sin religiosidad, tal como Jesús nos enseñó: contando historias (parábolas) en público y revelándolas en privado. Se trata del poder de influenciar el pensamiento cristiano en las instituciones de los siete montes. Dios nos ha mandado a hacer discípulos, dado que los discípulos cambian la sociedad no lo hacen los convertidos pasivos. La religiosidad quiere matar los deseos de Dios en nuestro corazón.
Dios actúa de forma sobrenatural en los negocios, sin que eso signifique precisamente ser sensacionalista. Dios derrama favor, gracia, influencia, contactos y esas “coincidencias divinas” que significa estar en el lugar correcto, en el momento correcto con la persona correcta, en la situación indicada. Lo invito a meditar en la historia de Felipe relatada en Hechos 8:26-30 y tomar ánimo para apresurarse a alcanzar el momento exacto de esa “cita divina”.
Que el favor de Dios se derrame en su negocio de forma sobrenatural, que Dios le regale de su favor, de su gracia y le permita anticiparse al futuro basándose en una relación de amistad intima con él.